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Antonio Touriño

El mirador de Lobeira

Antonio Touriño

Los "infra-Kellys" de O Salnés

O Salnés recupera pulso económico en verano. Las autoridades presumen a final de temporada de la espectacular caída de paro cuando se rompe el listón del año gracias a las contrataciones en restaurantes, hoteles, pensiones y bares que ocupan la vía pública para alojar a cientos de clientes que quiere comer en la terraza y aprovechar el más mínimo rayo de sol. Los pronósticos son de lo más halagüeño en el sector servicios, y luego en la vendimia de Rías Baixas. Hasta octubre no se espera el precipicio laboral de cada fin de temporada.

Con este diagnóstico parece lógico que los funcionarios de Empleo, de Trabajo, de la Seguridad Social respiren aliviados. Unos de vacaciones y otros en pause, al ritmo del vals de los enamorados. Es época de confort. Todo va viento en popa y a toda vela. Nada que trastoque las expectativas en tres meses.

¡Vaya paradoja! Quizás haya que cambiar el chip y que los inspectores de Trabajo descansen precisamente cuando no hay trabajo. Que raro suena que se pongan de vacaciones cuando hay más actividad y, por tanto, más riesgo de cláusulas abusivas y de esclavitud.

Ahora es cuando los inspectores de Trabajo, también las policías y las autoridades en general deberían estar atentos a lo que ocurre en estos negocios, en muchos de los cuales se explota a los más necesitados, a aquellos que precisan unos ingresos para los más basico.

Los inspectores no deberían irse de vacaciones. En O Salnés hay muchos "Kellys". No son solo las camareras de piso de Lanzarote las que lo pasan mal con sus 2,5 euros por habitación recogida. En O Salnés son muchos los camareros que van a cobrar 20 o 30 euros al día por una maratoniana jornada en la que empalman desayunos con eternas cenas de amigos y cantos de taberna. Otros tantos que ofrecerán sus servicios en catamaranes, gasolineras, en visitas guiadas, atendiendo las tumbonas de las playas, subiendo o bajando maletas...

Los "infra-Kellys" de O Salnés necesitan protección. Basta de abusos de empresarios que en dos meses quieren rentabilizar todo un año a cuenta del sudor del prójimo.

Y mientras, el Estado y también los ciudadanos miran hacia otro lado. Parece natural. ¿A quién le importa? Luego exigen que les pongan buena cara. Para cara, las otras.

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