La sede del Círculo Mercantil e Industrial de Pontevedra que ocupaba el antiguo bar Carrillo era "como una sala donde no caben más que unas pocas mesas y sillas para murmurar tomando el té y una mesa para jugar al billar", según un periódico de la época. Otro diario iba más lejos y hablaba de "una especie de cueva de topo, estrecha, corta y baja de techo".

Tras dos años de actividad constreñida en aquel local, la entidad unió su suerte futura a la disponibilidad de unas instalaciones decorosas. Ese objetivo ocupó de forma prioritaria a una directiva presidida por el ex alcalde Andrés Corbal Hernández durante todo el año 1931.

La compra del solar que acogía al Círculo Antoniano y al Garaje Reguera en la calle Riestra, con mucho fondo hacía la calle del Chanchullo en fase de apertura -hoy Gutiérrez Mellado-, resultó la primera opción aprobada en una asamblea general. Entonces se barajó la creación de una sociedad accionarial y el filántropo Casimiro Gómez comprometió un desembolso de 200.000 pesetas que cubrían buena parte de la financiación necesaria. Sin embargo, esa vía se cerró poco después sin ningún resultado tangible.

El Mercantil entró en una situación angustiosa y acordó su ubicación en el bajo de la casa promovida en la Oliva por el industrial Ignacio Torrado, opción que tampoco llegó a cuajar. Por fin, la sede social se trasladó al bajo contiguo, que había ocupado hasta entonces la central de Teléfonos, porque a principios de 1932 surgió la gran oportunidad de disponer de un estupendo local de alquiler en la nueva edificación que la familia Riestra proyectaba sobre el bar Carrillo y otro solar anexo, entre Michelena y Fernández Villaverde.

Esa licencia provocó un imponente lío entre la corporación municipal, que trajo de cabeza al alcalde Fernández-Osorio Tafall. El edil comunista García Filgueira se opuso al proyecto porque exigía que el edificio pasara de dos a tres plantas, para garantizar más trabajo a la clase obrera. Pero la familia Riestra no estuvo de acuerdo.

Después de una fuerte controversia, el pleno municipal terminó aprobando el proyecto original por amplia mayoría, pero en ausencia de García Filgueira. El contratista fue Ángel García Arosa, que ejecutó la obra en poco más de un año, bajo la dirección del arquitecto Antonio López Hernández

Las primeras autoridades e invitados especiales inauguraron la nueva sede la tarde del 15 de agosto de 1932, en plenas fiestas de la Peregrina. Y al día siguiente se celebró una cena seguida de baile. El Hotel Progreso sirvió un suculento menú a base de langosta, timbal de pollo, merluza frita y rosbif con patatas suflé, todo regado con vino blanco y tinto del Ribeiro.

Aquel local marcó una época en su dilatada historia durante los treinta años siguientes. Sin embargo, el Mercantil pasó buena parte de ese tiempo soñando con una sede propia, tal y como tenía el Liceo Casino.

Antonio Hereder Solla contó que en cierta ocasión, cuando ocupaba la presidencia, dispuso del dinero para comprar el edificio donde estaba la sociedad, pero una normativa bloqueó la operación. Y cuando luego tuvo otro préstamo al alcance de la mano, la familia Riestra no quiso vender el inmueble.

Esas oportunidades perdidas terminaron por pasar factura y la entidad se encontró compuesta y sin sede a principios de 1959. Entonces se vivieron días angustiosos por una amenaza de desahucio. De nuevo al bueno de Hereder le tocó bailar con la más fea. El presidente llamó sin éxito a muchas puertas en busca de una solución factible; en cambio, consiguió in extremis una prórroga del alquiler por un período de tres años, que dio aire a la entidad.

Comprometido con el Mercantil a muerte, Emilio Vázquez González no solo consiguió salvar a la entidad poco tiempo después, sino que vio cumplido el sueño arrastrado desde su fundación. El nuevo presidente obtuvo de la Caja de Ahorros de Pontevedra un préstamo ventajoso por valor de seis millones de pesetas, que sirvió para adquirir el antiguo Hotel Engracia y levantar en su solar un magnífico edificio proyectado por Alfonso Barreiro Buján.

El orgulloso presidente describía así su distribución general: servicios y equipamientos en la planta sótano; vestíbulo de entrada, conserjería, central telefónica, guardarropía y cafetería, en la planta baja; salón de tertulia, biblioteca y sala de televisión, en la primera planta; secretaría, oficinas, sala de juntas y despacho del presidente, en la segunda planta; salón de baile y actos culturales en la planta tercera, amén de una magnífica terraza.

La entidad echó la casa por la venta aquel 7 de diciembre de 1965, tal y como correspondía a una ocasión tan señalada, y concedió no pocos honores y distinciones, de Fraga Iribarne a Sánchez Cantón. Sin embargo, don Emilio no se colgó ninguna medalla. Buena prueba de su modestia fue la placa colocada a la entrada del edificio: "Gratitud a los 2.216 socios que en 1962 levantaron este edificio con ejemplar espíritu de equipo y generosa colaboración, legándolo al futuro como un hogar más para los pontevedreses y para cuantos amen la convivencia como un supremo bien."

A la inauguración oficial de la mañana, donde no faltó ninguna autoridad relevante, siguió por la noche una cena de gala que reunió a 200 comensales. A continuación, se celebró el baile inaugural que incluyó la presentación en sociedad de trece jóvenes (las hermanas Mª José, Digna y Ana Pajariño Gándara, Margarita Covelo García, Peregrina Torres Estévez o Dolores Mirón Estévez, entre otras), una actividad hasta entonces reservada al Liceo Casino. El otro momento estelar correspondió a las actuaciones del popularísimo showman Torrebruno y de la sensual cantante Maritssa.

Tres años después, los integrantes de las juntas directivas que acometieron semejante gesta, festejaron con una cena íntima la liquidación hasta el último céntimo del coste de la obra de la nueva sede social. Invitado especial fue el propietario de la constructora, Arsenio Maestro, que recibió el talón correspondiente a la última certificación.

El resto de la historia del Casino Mercantil e Industrial de Pontevedra desde los años 70 ya resulta más conocida por su proximidad temporal.