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Juan José Millás.

Nos llevamos bien

Me pregunto si el "amigo invisible" de los niños no será un invento de los mayores. De hecho, no he conocido a ningún crío con amigo invisible, pero todos los adultos desearíamos tener uno. El otro día, a las cuatro de la madrugada, el insomnio me expulsó de la cama. Tras dar un par de vueltas por la casa, acabé sentado a la mesa de la cocina, delante de una infusión de poleo que preparé en el microondas. El motor de la nevera, tan ruidoso en otros momentos de la jornada, roncaba ahora suavemente, como si los electrodomésticos descansaran a las mismas horas que nosotros. De súbito, me vino a la cabeza la idea del amigo imaginario. Lo bueno que sería tener un tipo con el que hablar de la vida. Mejor todavía: una amiga imaginaria. Ahí estaba, de hecho. Mi imaginación acaba de materializarla.

-No sé cómo he caído aquí -dijo la mujer, que iba en pijama, mirando a uno y otro lado con expresión de extrañeza.

-Te he convocado yo -le expliqué-. Estaba pensando lo bueno que sería tener una amiga imaginaria y de repente has aparecido tú. ¿De dónde vienes?

-Del tanatorio de la M-30. ¿Lo conoces?

-Claro. ¿Qué hacías allí?

-Me morí ayer y estuve dando vueltas por las habitaciones de casa, sin saber qué hacer. No sé adónde deben ir los muertos. Luego, cuando llevaron mi cuerpo al tanatorio, lo seguí por curiosidad. Está aquello lleno de familiares, primos y tíos que hacía mil años que no veía. No sé, me pareció que mi marido y mis hijos, en el fondo, estaban contentos de que hubiera fallecido. Mi percepción se ha acentuado desde que abandoné el cuerpo. Distingo cosas que antes me pasaban inadvertidas.

-Pero yo te veo con cuerpo -le dije.

-Es un cuerpo fantasma. Puedes verlo porque eres muy sensible y porque son las cuatro de la madrugada.

-¿Y piensas volver al tanatorio?

-Creo que no. Había un ambiente muy fúnebre. Me gusta esta cocina, seguramente me gustará el resto de la casa. Si no te importa, me quedó aquí hasta que averigüe qué debo hacer.

Y aquí la tengo desde entonces. Nos llevamos bien.

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