Opinión
Pedro de Silva
El hombre tranquilo
Es pronto para un balance final sobre el tema, pues la experiencia enseña que la política es casi siempre como aquel viejo amor de la canción, que "ni se olvida ni se deja, y de nuestra alma se aleja pero nunca dice adiós" (o algo así), pero por ahora el modo de irse de Mariano Rajoy está siendo de una soberana elegancia. No es solo que se haya ido sin pérdida de tiempo a su puesto de trabajo ganado por oposición, sino que no parece dispuesto a mostrar predilección por un sucesor, después de haber renunciado a nombrarlo. El caso, además, es que se le ve bastante contento, pero tampoco demasiado, es decir, ni muestra el menor síntoma de pena por el supuesto paraíso perdido ni exhibe alborozo por haberse librado de un supuesto infierno. Todo lo cual reafirma la sospecha de que estamos de verdad ante un hombre tranquilo, para mí una de las pocas cosas serias que se pueden ser en la vida.
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