Hoy, 21 de junio, se celebra el Día Europeo de la Música. Esta jornada cultural, aunque aparentemente abierta a todas las músicas, está apoyada por la industria de la música clásica para su promoción. El poder de esta industria musical, movida fundamentalmente por la banca alemana, se adueñó de casi toda la música clásica con visión evangelizadora y controla la mayoría de las rentas económicas y culturales de la música europea. El dominio de este control provoca los altos costes del elitismo educativo y condiciona de subvención docente en base a programas preferentes de su interés.

En el Día Europeo de la Música se debería reclamar que la Constitución española reconozca la música y su docencia como un derecho básico, al igual que otros países europeos. Para democratizar este arte hay que diseñar un plan nacional para valorar a los alumnos y facilitar el acceso de aquellos mejor dotados a las escuelas de música y conservatorios. Tras la última reforma educativa en nuestro país se enseña menos música en los estudios básicos y ha dejado a esta asignatura en vías de extinción. En el desarrollo de la preparación escolar y bachilleratos habría que descubrir las aptitudes musicales que llevan dentro todos los niños y niñas. Los alumnos que estudian música suelen tener más éxito en el resto de sus estudios, pues la música mejora las capacidades intelectuales. Sin embargo, la Lomce permite que un alumno acabe la educación obligatoria sin haber cursado ni una sola hora de esta asignatura, considerando la música como un hobby marginal en sus estudios.

Celebremos el Día Europeo de la Música, pero sin olvidar que desde hace muchos años en España sufrimos una especie de colonización en el consumo musical del clasicismo alemán, austrohúngaro e italiano, subestimando la enorme riqueza de nuestras músicas clásicas y grandes intérpretes. También conviene recordar que existe un rico Oeste musical europeo, siempre ignorado. Es el caso de las costas atlánticas que tras siglos prehistóricos de iniciación artística, se cultivaron los cancioneros medievales más importantes del mundo, como las obras maestras de Martín Códax, que siguen vivas en la música histórica. Tampoco es aceptable la asfixia que sufre la música autóctona ante la colonización de las industrias anglosajona y americana, que convierten a la música originaria en secundaria o periférica hasta en nuestra propia casa. El arte musical es una gran herencia cultural europea y también un poderoso símbolo de la identidad galaica. ¡Viva la música, pero todas la músicas?!

*Miembro del Instituto de Estudios Vigueses