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José Manuel Ponte

inventario de perplejidades

José Manuel Ponte

Las explicaciones de Feijóo

Tras la relativa sorpresa que supuso la renuncia de Feijóo a entrar en la disputa por la sucesión de Rajoy, todo fueron atropelladas conjeturas sobre las causas que motivaron su decisión. El presidente de la Xunta ofreció como argumento la reafirmación de su compromiso con Galicia y con los gallegos que al parecer llega, en principio, hasta el año 2020, pero la emotividad con que lo hizo, hasta llegar a las lágrimas, invita a pensar que sufrió internamente presiones contradictorias.

Días atrás respondió a un periodista que si el partido se lo pedía no descartaba estudiar el ofrecimiento, lo que equivalía a solicitar su nombramiento por aclamación. Tal cosa no sucedió, y además Rajoy aceleró el proceso congresual con lo que acabó de descolocar a todos los candidatos, pero especialmente a aquellos que no le eran gratos sin darles tiempo para tejer alianzas. Y nadie podrá decir ahora que el nuevo registrador de la propiedad de Santa Pola ha incumplido su promesa de no interferir en el nombramiento de su sucesor o sucesora.

Visto el panorama de división interna, y ante la perspectiva de entrar en una rumoreada guerra de dosieres como la que acabó con la carrera política de la presidenta de la Comunidad de Madrid, señora Cifuentes, el candidato Feijóo, pese a ser favorito en los sondeos de opinión, decidió no moverse de donde estaba, a la espera de tiempos más bonancibles. Para él mismo y para el PP. Al fin y al cabo, Galicia es el refugio político más seguro para la derecha española, y allí instaló su virreinato don Manuel Fraga (con el beneplácito por cierto de Felipe González) mientras se reconstruía el centroderecha a escala nacional.

El que esto escribe no sabe, ni tampoco lo pretende, cuál ha sido el factor que ha podido inclinar la voluntad de Feijóo hacia la renuncia. La división interna, con el surgimiento de varios candidatos y el feroz antagonismo entre la señora Cospedal y la señora Sáenz de Santamaría, no hacen muy atractiva la posibilidad de sumarse a la disputa. Y la rumoreada guerra de dosieres que anuncian algunos medios, pues tampoco.

El hoy presidente de la Xunta ya sabe de qué va la cosa desde que en el año 2013 un importante periódico madrileño publicó unas fotos suyas con el narcotraficante Marcial Dorado durante unas jornadas de playa a bordo de una embarcación deportiva. Según se supo luego, el uno y el otro habían mantenido una larga relación de amistad, aunque Feijóo alegó desconocer las actividades ilícitas de Dorado. La revelación, no obstante, no afectó al resultado de las elecciones autonómicas de 2016, que volvió a ganar por mayoría absoluta.

Todos esos asuntos, más algunos otros, fueron objeto reciente de una entrevista especialmente inquisitiva con el periodista de la Sexta Jordi Évole en la que quizás el señor Feijóo empezó a valorar los inconvenientes de sacar la cabeza más allá del Padornelo. Pese a todo, también habrá que ponderar, al margen de estrategias políticas, el hecho de que el presidente gallego disfruta ahora de estabilidad sentimental tras una prolongada soltería y tiene a sus 56 años un hijo pequeño que merece toda su atención. "No todo en la vida es política", que dijo Rajoy al retirarse.

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