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La semana de A Ferrería

Vilaboa y Placeres, una lucha interminable

Los vecinos de Vilaboa y Placeres están movilizados, unos por defender sus casas ante la amenaza de derribo de la Axencia para a Protección da Legalidade Urbanística (APLU) y también por la instalación de una subestación eléctrica para el AVE, mientras que la población de la parroquia pontevedresa de Lourizán rechazan la ampliación de la depuradora, un proyecto que se considera necesario para el saneamiento de la ría.

Echando la vista atrás llama la atención que los residentes de estos dos pueblos vienen movilizándose desde hace décadas por unas u otras razones.

Esgrimen los vecinos que lo que las administraciones proyectan para ambos lugares en base al interés general resultan casi siempre perjudiciales y de graves consecuencias para sus intereses. Y visto lo acontecido en las últimas décadas parece no faltarles razón.

Hay que recordar que a Vilaboa le han querido empaquetar en la década de los 90 la empacadora que no quería Teis, la Sogama del sur, y les tocó a ellos, como no podía ser de otra manera. Aquella decisión unió a todas las parroquias del municipio en una lucha constante y tenaz por parte de los vecinos, salvo por quien más debía de defenderle, su propio alcalde. La reacción popular impidió aquella polémica instalación y, además, provocó el cambio de gobierno en Vilaboa, pero también en Pontevedra y en Vigo, tres municipios gobernados entonces por el Partido Popular.

El malestar y las movilizaciones de los vecinos de Placeres se remontan a mediados del pasado siglo cuando el Gobierno de Franco decidió instalar el complejo industrial de Ence en la ría de Pontevedra, bajo vigilancia de la Armada. Sus protestas tuvieron continuidad a finales de los 90, también como en Vilaboa, pero con peor resultado. La gran movilización de sus gentes no impidió finalmente el paso del ferrocarril por la plaza de la iglesia, el único lugar de ocio existente en toda la parroquia. Las cargas policiales a los vecinos aún duelen en la mente de muchos de los que allí estaban aquella tarde.

Porque cabe recordar que a los vecinos de Placeres no les hacen caso ni les tienen en cuenta las administraciones ni teniendo a su favor sentencias judiciales, y eso lo hace aún más doloroso.

Ahora les dicen que hay que ampliar la depuradora y para ello se llevan por delante el campo de fútbol. Con tal motivo, todos los colectivos del barrio se han unido para posicionarse en contra del proyecto en pro, otra vez, del interés general.

La historia siempre se repite, y lo que acontece estos días en Vilaboa y Placeres es un ejemplo de ello. Generación tras generación han de echarse a la calle para mostrar su repulsa por iniciativas que favorecen un desarrollo que acaban destruyendo a sus pueblos, o al menos ellos así lo entienden.

Lo peor de todos, es que la Administración, bien sea el Estado, la Xunta o el Concello, nunca ha tenido en cuenta los sacrificios que han tenido que realizar la población de ambos lugares, es más, el azote como ocurre ahora en Vilaboa con las casas, resulta aún mayor.

Cabría desear que algún futuro proyecto sirvan para revitalizar y mejorar estas zonas, muy hermosas por cierto y próximas a la capital, aunque esto último no se sabe si es una ventaja o un inconveniente. Y lo que está claro es que siempre le toca a los mismos. Y eso cansa y duele.

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