Faro de Vigo

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Juan José Millás.

Número desconocido

El tipo llevaba un rato observándome desde el otro extremo de la barra, delante de una taza de café. Yo había pedido un gin tonic que era incapaz de disfrutar bajo aquel escrutinio. Al rato, sacó un móvil, marcó un número, intercambió un par de frases con quien se hallara al otro lado de la línea, y luego vino hacia mí ofreciéndome el teléfono.

-Tome -dijo-, alguien desea hablar con usted.

Cogí el aparato con expresión de alarma.

-Hola -dije aturdido.

-Hola, soy mamá -respondió la voz de mi madre, que había muerto tal día como aquel, treinta años atrás.

-¿Qué broma es esta? -dije al teléfono mientras interrogaba con la mirada a su dueño.

-No es ninguna broma, hijo -respondió mi madre-, solo quería decirte que tu padre y yo estamos bien y que no hay nada que perdonar ni por tu parte ni por la nuestra. Aprovecha los años que te quedan. Sigue escribiendo, si es eso lo que deseas.

La comunicación se cortó y le devolví, atónito, el teléfono al tipo, que lo guardó en el bolsillo y se perdió en dirección a los lavabos.

Furioso por la burla, pero paralizado por la limpieza de su ejecución, no fui capaz de reaccionar en ese instante. Di el primer sorbo al gin tonic y esperé a que el alcohol se colara en la sangre y a través de ella alcanzara los capilares del cerebro. Cuando salga me va a oír, pensé. Pero no salía. Apurada la consumición, me acerqué al aseo y lo hallé vacío. Deduje que la escena solo había sucedido en mi cabeza, que es una cabeza verdaderamente agotadora, pues no deja de imaginar historias. Una detrás de otra, todo el día y gran parte de la noche. Pero la calidad de real de ésta me trastornó de tal modo que pedí otra copa. Apenas había dado el primer trago cuando un tipo que no dejaba de vigilarme desde el otro extremo de la barra, frente a una taza de café, sacó su móvil y empezó a hablar con alguien. Supuse que hablaba de mí porque de vez en cuando me miraba y se reía. En esto sonó mi teléfono. En la pantalla ponía "número desconocido". Preferí no cogerlo, por si acaso.

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