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Ilustres

Bicentenario de la muerte del cardenal Quevedo (1818-2018)

La figura del cardenal don Pedro de Quevedo y Quintano es de una importancia tan grande en la historia no sólo eclesiástica sino civil de Ourense y de España, que parece olvido imperdonable que el bicentenario de su fallecimiento pase desapercibido, envuelto en ese silencio indiferente que está hecho a partes iguales de ignorancia y de ingratitud. Contrasta con este proceder las grandes celebraciones que tuvieron lugar en 1918 con motivo del primer centenario, se ve que entonces eran menos distraídos y más cultos y más agradecidos. Por mi parte que soy un rendido admirador de la figura del Obispo Quevedo quiero simplemente hacer memoria en un par de artículos del momento de su muerte tal como lo recogen las actas Capitulares y la partida de defunción y evocar las celebraciones del centenario siguiendo la crónica del Boletín Oficial del Obispado recordando que también se unió con un número extraordinario el Boletín de la Comisión de Monumentos de Ourense que apoyó las celebraciones con entusiasmo Caritativo de modo extraordinario, coherente sin temor a mermas en sus prerrogativas, fiel y cercano. Todo el mundo le tuvo por santo y lo fue. Tuvo la suerte de tener un biógrafo cercano e inteligente, Juan Manuel Bedoya, su biografía sigue siendo la más recomendable referencia para saber de Don Pedro. (Ficha del CCPB) Retrato histórico del ... Señor D. Pedro de Quevedo y Quintano ... con un copioso apéndice de documentos ... / Juan Manuel Bedoya. Madrid : [s.n.], 1835 (Imp. que fue de Fuentenebro).XIV, 370 [i.e. 378] p. ; 21 cm.

La muerte

Bedoya se dedica, era testigo presencial, a levantar la crónica minuciosa del fallecimiento de Don Pedro, el sentimiento que produjo y el detalle de sus honras fúnebres, las páginas 160-169 (la paginación errada repite números). Se leen con interés y hacemos invitación a que se busque la obra y se lean por quien esté interesado en la descripción emocionada de aquellos momentos. En esta ocasión voy a trascribir lo que podríamos decir son los documentos oficiales del fallecimiento que creo que como tales son inéditos: Los acuerdos Capitulares sobre fallecimiento y funeral y la partida de defunción asentada en los libros de la parroquia de Santa Eufemia. Dos documentos que se complementan porque las Actas se detienen en eficazmente organizar las ceremonias fúnebres y la partida recoge el sentimiento y dolor por la muerte en olor de Santidad del Obispo popularmente reconocida, buscando tener reliquias suyas y no dudo que su causa de santificación hubiera tenido el mejor resultado, pero no fundó ninguna congregación religiosa que son las que se empeñan en lograr estas declaraciones de santidad oficial y el Cardenal Quevedo fue poco a poco cayendo sino en el olvido si en ese desinterés que no invita a muchas memorias como ya vemos sucede en el bicentenario de su muerte.

Acuerdos capitulares

El cabildo de la catedral (ACO. Actas Tomo 36, folios 153 vuelto y siguientes) tomó sobre la muerte y funerales los siguientes acuerdos y recordamos que era Bedoya el secretario entonces del cabildo y por tanto el que levanta las actas. 28 de marzo de 1818 "Muerte del Eminentísimo señor cardenal Quevedo obispo que fue de esta Iglesia y obispado. Se dijo el responso por el ánima de nuestro Eminentísimo prelado el señor don Pedro Cardenal de Quevedo y Quintano que falleció a las doce y media de esta noche sin preceder enfermedad particular y habiendo hecho las funciones de Semana Santa y predicado los días de Pascua y en la fiesta del 25. Enseguida fueron nombrados los señores fabriquero y maestro de ceremonias para el ajuste del funeral por los subcolectores de expolios. Con ocasión de indicar el señor Bedoya sería muy propio invitar a un señor obispo a que concurriese al funeral del nuestro, fueron nombrados los señores Bedoya y López para que examinen si hay necesidad de escribir a los señores obispos vecinos convidándolos asistir a este funeral pues por cardenal le corresponderán a su Eminencia otros honores. Y se tendrá cabildo esta tarde a las tres para acordar avisarles si deben hacerse, o resolver si será oportuno convidar a lo menos al Ilustrísimo señor Obispo de Lugo el señor don José Azpeitia de Santa María haciendo este último homenaje a un prelado que con tanta edificación ha gobernado esta iglesia 42 años". El mismo día por la tarde dieron parte los señores Grandona y López lo que habían tratado con los señores subcolectores de expolios sobreajuste de los funerales, eran cuestiones del dinero necesario ya que una vez muerto un obispo se hacía cargo de sus bienes el Colector de Expolios. Es generoso el gesto del Deán y Cabildo de suplir lo que no llegue por ese conducto siempre cicatero. Y también dieron cuenta el Secretario y maestro de ceremonias de lo que prescribía el ceremonial de un cardenal. Acordándose escribir "al Ilustrísimo señor obispo de Lugo manifestándole que deseando el cabildo para el difunto el más decisivo testimonio de veneración a su memoria sería de su mayor satisfacción y consuelo que Ilustrísima concurriese a esta a celebrar las exequias de un prelado que tanto amaba. Y que la carta se le envíe por un propio para la mayor brevedad y pronta diligencia a cuyo efecto se señaló el entierro para el miércoles 1 de abril y que por la premura del tiempo y necesidad de ganar horas no van dos señores capellanes como en otro caso debiera hacerse." Se pensó también en llamar al Obispo de Tui pero sabiendo que estaba enfermo no quisieron comprometerle a venir y además el Cabildo de Ourense mantenía hermandad con el de Lugo. El señor provisor pondrá un edicto para que toda la clerecía de la ciudad asista al entierro el miércoles y pasará igualmente aviso a las comunidades regulares. El señor fabriquero con el señor secretario arreglará el sitio y forma de la sepultura túmulo y demás en los términos más decorosos como también la lápida y las inscripciones oportunas particularmente la que se ha de grabar en la lápida sepulcral o en el mausoleo que se le erija de que se tratará en adelante. El día 28 se anota que la familia (clérigos que con él vivían) del difunto señor Obispo cardenal pedía permiso para costear una caja de plomo para conservar los restos de su mortalidad por si en algún tiempo se le hubiere de edificar algún digno panteón y se les autorizó por hacerlo como testimonio de su amor y gratitud. Si al entierro concurrieren algunos párrocos del obispado o Monjes como se cree, el señor maestro de ceremonia arreglará el lugar en la procesión y honras según corresponda. 31 de marzo. "Se recibió carta del Ilustrísimo señor obispo Lugo, fecha del por el propio que llevo la del 28 en que contesta su Ilustrísima que ha quedado sorprendido con el fallecimiento de nuestro Eminentísimo prelado porque aunque para la naturaleza vivió bastantes años, no vivió ciertamente los que necesitaba la Iglesia de España y deseaban cuantos cómo su Ilustrísima, tuvieron la felicidad de admirar de cerca su sabiduría y sus virtudes tan raras y que el 30 de madrugada saldría a acompañar a este cabildo en el justísimo testimonio que desea dar de su amor y veneración al prelado que acaba de perder y dar una prueba de los de su Ilustrísima contribuyendo a la solemnidad de sus exequias y de reconocimiento a los obsequios que en unión con su Eminencia le dispensó el cabildo sin que por lo mismo sean necesarias las ceremonias que echábamos de menos". Se acordaron entonces las cortesías y atenciones que se tendrían con el Obispo lucense saliendo a recibirle a caballo y se le cumplimentaría con toda etiqueta. Este mismo día por la tarde se vio un oficio del ayuntamiento fecha de ayer que manifiesta haber resuelto sin ejemplar, asistir al entierro y honras del prelado que tan benéfico fue con esta ciudad y todos sus habitantes y del obispado y desea saber el día y horas. Respóndase que el entierro está señalado para mañana 1 de abril después de horas, las vigilias y misas de novenario para los días 2,3,4,6,7,8 y 9 después de prima y las honras más solemnes con sermón el día 10 después de nona y se le prevenga que ocupara al ayuntamiento los bancos de solo el lado del Evangelio desde bajo las gradas hasta el púlpito por estar el trono del pontifical al lado opuesto y los bancos de los dolientes delante de la reja al lado de las escaleras de ambos púlpitos. El señor doctoral dio parte de haber cumplimentado con el señor deán, al Ilustrísimo señor obispo de Lugo con quien vienen los señores Deán y canónigo don Félix Francisco González, canónigos de aquella Santa Iglesia. Fueron nombrados los señores Rivera y Eguía para cumplimentar estos últimos. El maestro de ceremonias podrá convidar al señor deán de Lugo para asistente del Pontifical y al señor canónigo don Félix Francisco González para que asista al coro con capa canonical como hermanos que son nuestros los de Lugo. Los abades del obispado han manifestado deseos de ayudar a llevar el cadáver en la procesión para el entierro relevando a los capellanes de la Iglesia. Aunque siempre han de ir al lado del féretro cuatro señores dignidades si no hubiere bastantes capellanes para mudarse, el señor maestro de ceremonias podrá permitir este honor a dichos párrocos o Abades. Finalmente en el cabildo de 1º de abril de 1810 se acuerda dar las gracias al Obispo de Lugo "por el singular obsequio que a pesar de sus muchas ocupaciones ha hecho esta Santa Iglesia" nombra a los canónigos Hernández y Canseco para acompañarle en el regreso a Lugo y el señor fabriquero dispondrá lo concerniente a su alojamiento y comida en el tránsito.

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