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José Manuel Ponte

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José Manuel Ponte

"La balsa de la Medusa"

La odisea del Aquarius -ese barco de rescate fletado a medias por una ONG francesa y por la organización Médicos del Mundo- me trae a la memoria el famoso cuadro de Théodore Géricault La balsa de la Medusa, un destacado exponente de la pintura romántica. Nos lo explicaba en la clase de Historia del Arte el poeta y erudito Miguel González Garcés y a los alumnos nos impresionó la historia del terrible naufragio que le sirvió de inspiración. El cuadro, de grandes dimensiones, que ahora se exhibe al público en el museo del Louvre, refleja el momento de esperanza que viven los náufragos a bordo de la balsa al divisar a lo lejos la vela de un barco que puede rescatarlos de un trágico destino.

La pintura describe perfectamente la emoción de los supervivientes pero oculta las escenas de horror que se produjeron en los días en que la balsa anduvo a la deriva sin agua ni alimentos bajo un sol inmisericorde. Porque la realidad fue mucho más dura. La Medusa era una fragata francesa que formaba parte de una flotilla que navegaba hacia el sur cerca de la costa africana. En un momento determinado, se adelantó al resto de la expedición y gobernada por un marino sin demasiada experiencia acabó naufragando tras embarrancar en unos bajos. Viajaban a bordo 400 personas pero solo 250 pudieron subirse a los botes salvavidas en los momentos de confusión y nerviosismo que siguieron al hundimiento del buque. El resto tuvieron que apañárselas a bordo de una balsa improvisada. Intentaron durante un trecho que los botes tiraran de ella pero los cabos rompieron y la balsa quedó a la deriva durante trece días de pesadilla. En disputa por la comida y el agua unos náufragos mataron a otros o los arrojaron al mar, algunos se volvieron locos y se vivieron escenas de canibalismo. Hasta que 15 supervivientes de ese infierno fueron rescatados por el Argus. La historia de la Medusa conmovió a Francia y excitó la imaginación de Géricault que para dar más realismo a su cuadro visitó hospitales y depósitos de cadáveres para copiar el color de la piel de agonizantes y difuntos. Esa es la historia según nos la contó en clase Miguel González Garcés y esa es la imagen que me viene a la cabeza cada vez que dan una noticia sobre naufragios de la pobre gente que huye de la guerra y de la miseria. Como ocurre ahora con el Aquarius, ese barco con 629 migrantes que fueron rescatados del mar Mediterráneo y a los que los gobiernos de Malta y de Italia les han negado acceso a sus puertos, so pretexto de que sus plazas de acogimiento ya están ampliamente superadas sin que el resto de la Unión Europea se haya mostrado solidaria. Vista la situación de bloqueo, el nuevo gobierno español ofreció los puertos de Mallorca y de Valencia como lugares de destino y el gesto ha sido bien valorado por organismos internacionales y por la propia opinión pública nacional. Como resultado de esa iniciativa, el Aquarius y dos barcos de guerra italianos trasladan ahora hacia España a los migrantes. Europa tiene una deuda con África, por una brutal colonización y una perversa descolonización, y debe ponerse de acuerdo para pagarla. Con gestos no llega.

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