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Cosas de roque

A Toxa bien se merecía otra oportunidad

El ya fallecido Manuel Fraga, expresidente de la Xunta, se refería a la isla grovense de A Toxa como estandarte del turismo en Galicia. En este paradisíaco enclave bendecido por las aguas termales y mineromedicinales situaron su segunda residencia algunos de los personajes públicos más conocidos y adinerados no solo de España, sino del mundo. En sus hoteles se alojó lo más selecto de la cultura, la música, la política, la realeza y de eso que ha dado en llamarse "prensa del corazón". En este territorio natural protegido al que escribió Emilia Pardo Bazán contando la leyenda del burro cuya sanación permitió descubrir los poderes curativos de los peloides termales se organizaron congresos de relevancia internacional, se reunió el Club Bilderberg -con algunas de las personalidades más influyentes del mundo-, se creó la Ruta Xacobea do Mar de Arousa e Ulla e incluso se concentraron equipos y selecciones de fútbol, entre ellas la española.

Pero la crisis también afectó a la isla de A Toxa, al igual que lo hizo una mala planificación de su desarrollo urbanístico en momentos puntuales. Castigada también por una creciente y pujante oferta mundial de lujosos destinos turísticos, la isla grovense fue perdiendo peso, para desesperación no solo de los grovenses, sino también de toda la comarca y de Galicia, que para eso también se beneficiaban en sus momentos de esplendor.

Pero desde hace unos años se dio un paso importante, como lo fue asumir el declive en el que estaba sumida A Toxa por parte de todos, tanto empresarios como comerciantes, vecinos y, sobre todo, políticos.

Y cuando saltaron todas las alarmas empezó a planificarse la recuperación. La Comunidad de Propietarios Isla de La Toja, que es algo así como una especie de gobierno propio dentro del territorio insular, empezó a invertir importantes sumas de dinero en la reparación de calles y jardines. Paralelamente el Concello de O Grove empezó a transformar el pulmón de la isla, que no es otro que el Monte Central, donde se sitúan el Parque Forestal, la Aldea Grobit, el parque canino, la red de senderos y la parcela que ocupan los burros fariñeiros, convertidos de un tiempo a esta parte en reclamo turístico.

Y la iniciativa privada también se puso las pilas. Por un lado, el Club Náutico Isla de la Toja (CNIT) sacó adelante un nuevo puerto deportivo en el que se invirtieron 1,2 millones de euros y que, sin duda alguna, contribuye a mejorar la imagen de la isla. Por otra parte, el grupo Hotusa, a través de la cadena Eurostars, se hizo con la propiedad del emblemático Gran Hotel La Toja, con su hotel hermano, el Isla de La Toja, y con el Palacio de Congresos, el edificio del Casino La Toja y el restaurante Los Hornos.

Y para rematar la faena el Club de Golf La Toja adquirió el viejo Beach Club por 720.000 euros, y tras invertir un millón de euros más ahora está en condiciones de inaugurarlo para reverdecer viejos laureles y recordar aquellos tiempos de esplendor económico y turístico en los que estas instalaciones eran sinónimo de opulencia y la envidia del país.

Se antoja que todos y cada uno de los actores implicados en este proceso de recuperación parecen haber entendido que A Toxa dispone de un enorme potencial, de ahí que decidieran darle esta segunda oportunidad.

Es evidente, también, que todavía queda mucho por hacer, que se necesita más inversión pública y privada en este territorio insular, que la competencia internacional es atroz y que la proliferación de hormigón hace que la isla ya no sea lo que fue. Pero sigue siendo A TOXA. Y eso, en materia de turismo, se escribe con mayúsculas.

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