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Francisco García.

Lo que hay que oír

Francisco García

Roudrigóu, Básquets y Ramós

Mañana comienza el Mundial de Fútbol, de modo que prepárense para escuchar pronunciaciones macarrónicas. Ha anidado una nueva modernura, que les debe de parecer la repera, en las bocas de muchos excitadísimos comentaristas deportivos. Consiste en cambiar el acento prosódico de los nombres propios. Así, he escuchado a locutores televisivos pronunciar "Sídan" en vez de "Sidán" cuando se refieren a Zidane. No es cuestión de categoría, pues también al currante entrenador del Real Oviedo ya le llaman por ahí "Ánquela", esdrújulo que te caes, en lugar de "Anquela". Si a esta modernez le añadimos la secular incapacidad del hispano medio para aprender de corrido y buenamente lenguas extranjeras, se avecinan tiempos de disparates lingüísticos que harán mucho más entretenidos los encuentros balompédicos que en Putinland comienzan. Ya me contarán cómo van a convencernos los radiofonistas y televoceras de que un Marruecos-Irán es el partido del milenio si no es a base de voces y cambios de acentos y macarronismo idiomático.

Cuando un servidor trabajaba como jefe de prensa del Festival de Cine gijonés, se eligió para presentar la gala inaugural al inefable actor Arturo Fernández. Amén de sus gracias y guiños al público, tenía que dar a conocer a los componentes del jurado, anglosajones en su mayoría. Por lo tanto, le entregué un folio con los nombres correspondientes. Me llamó al poco: "Mira, chatín, yo de inglés lo justo. Así que ya me estás escribiendo en esta hojita los nombres tal y como se pronuncian, que para hacer el ridículo estoy yo, joder, joder, pero qué me estás contando". Un profesional, Arturo. Allí subió al escenario a pronunciar como un príncipe de Oxford apellidos y nombres. Pues bien: ¿qué les costaría a las televisiones gastarse cuatro euros en un par de becarios para que escribiesen en una hojita los nombres de los futbolistas pronunciados como se deben pronunciar? Porque verán la que se va a armar. Sale al campo la selección francesa: "¡Ya salen los blus!", gritará el narrador, y no los "blés" (más o menos) que sería lo propio. Y dirá la alineación a la inglesa, no a la francesa. Al portero Lloris lo llamarán "Youráis"; Varane será "Vágan" en vez de ese "Varán" que pronuncian (mal) ahora, pues habría de ser "Vagán"; Umtiti, "Yumtaitái"; Sidibe, "Saidaibí"; Kanté será "Cante"; Pogba se convertirá en "Puchbéi" o sabe Dios qué; Mbappé, trocará en "Embeipí", como Griezmann quedará en "Gráismen" y Giroud en "Yairúz". Los nombres alemanes los pronuncian mal ya de por sí. Al seleccionador Low, aún lo llaman "Lou" o "Lob" y nunca "Lef" (forma aproximada, no voy a ponerme aquí a transcribir fonética). Con Özil se seguirá pronunciando la "z" como una zeta, en vez de esa "s" arrastrada que conviene. Werner continuará para los restos como "Güérner" o como "Güérna", en vez del "Berna" apropiado. Con lo cual, en la cadena que transmita el Alemania-México, marcará un gol "Jerner" y, en las repeticiones de otros canales, será "Güernér" el goleador, ya lo verán. Y así sucesivamente.

Entonces: ¿vamos a ser menos los españoles? Nanay. Aquí cambiamos lo que haga falta, aquí a postmodernos no nos gana nadie. En la portería tendremos a De Geá y a Reiná y a Kepá, agudos como ellos solos. Nuestra defensa será de cine: Carvájal, Sergió Ramós, Nachó, Azpilicuetá, Monréal, Jordí Albá, Pique y Odriozolá. Menudo medio campo: ahí estarán el grave Básquets, junto a los oxítonos Iniestá, Koké, Thiagó, Silvá e Iscó, uniéndose a Saul en diptongo: que aquí de hiatos nada. Y arriba, menudo cuadro: todos, toditos agudísimos: Iagó Aspás, Roudrigóu, Diegó Costá, Lucás y Asensió. Con un toque anglófilo, nos quedará una Roja de toma pan y moja, la envidia de otras lenguas: "Digiéi saca sobre Reimos, cede a Báskets, se interna, filtra el pase a Couqui, tira, rebota en un defensa y ¡goul, goul de Roudraigou, golazo!". Si se han reído, esperen que sale ya la selección rusa: será la juerga padre.

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