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Santiago Lago Peñas.

El problema de la deuda pública

La semana pasada, la Fundación FUNCAS publicó un trabajo mío, en el que se analizaban las perspectivas de la consolidación presupuestaria en España. Si concentramos la atención en la deuda, las ideas principales a tener presentes son las siguientes.

En 10 años, España ha pasado a ser una de las economías europeas con menor endeudamiento público a ser una de las más endeudadas, con unos pasivos financieros que en el cierre de 2017 rozaron el 100% del PIB.

Una deuda pública tan elevada es preocupante por cinco motivos. Primero, por la carga por intereses que supone. Una normalización de tipos en la zona euro haría ascender rápida y sustancialmente la factura por intereses, restando grados de libertad al presupuesto. Segundo, por la inestabilidad que puede generar en mercados financieros agitados, como se demostró hace unos años con lo ocurrido con la prima de riesgo. Tercero, porque resta margen a la política fiscal de estabilización ante futuras crisis económicas. Cuarto, porque el nivel de referencia máximo para la deuda pública en la zona euro se sitúa en el 60%, casi cuarenta puntos por debajo de la cifra actual. Y quinto, porque el progresivo envejecimiento de la población supone un pasivo contingente que se materializará de forma progresiva en las tres próximas décadas en un mayor gasto en pensiones, sanidad y cuidados a la dependencia. Obviamente, cuanto menor sea la deuda pública y menos exigente la consolidación fiscal pendiente, mayor será la capacidad de las cuentas públicas para afrontar ese desafío futuro.

Merece la pena detenerse a analizar cuál es la senda esperada de la deuda a diez años vista en diferentes escenarios. Eso es lo que se hace en el Gráfico adjunto, elaborado utilizando la aplicación del observatorio interactivo de deuda pública que proporciona la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) En particular, se simulan tres escenarios. El escenario neutral, el tensionado por una desaceleración del crecimiento del PIB nominal respecto al escenario base, y otro en el que la tensión se produce por un incremento en los tipos de interés. La conclusión principal es que, o nos ponemos las pilas, o una década será un período claramente insuficiente; no ya para volver al nivel de deuda de diez años antes (35.6% del PIB), sino para alcanzar el umbral de referencia del 60%. En el escenario neutral, en 2027 la deuda pública seguiría en el 78% del PIB. Y la cifra aumentaría hasta 85% o más si se produce alguno de los choques negativos simulados.

En definitiva, los objetivos de déficit en España, incluidos los que aparecen en los Presupuestos Generales del Estado para 2018 que ha legado el gobierno censurado, son poco ambiciosos teniendo en cuenta la buena coyuntura económica y la enorme cantidad de deuda pública acumulada en la última década pendiente de digerir. O ingresamos más o gastamos menos. Las dos opciones son posibles y legítimas; incluso son combinables. Lo que no podemos es ser irresponsables.

*Director de GEN (Universidad de Vigo)

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