La obra reciente de Fernando Lafuente -que puede verse en el Patronato Rías Baixas de Pontevedra hasta el 15 de junio- son construcciones elegantes, cromático-tectónicas, que se basan en su formación como arquitecto y artista. La combinación de estas sensibilidades, la pictórica y la arquitectónica, le han permitido realizar nuevos y complejos órdenes de arte visual, que solo podrían haber sido concebidos con el conocimiento y uso derivados de los recursos creativos de ambas disciplinas.

En este breve ensayo, intentaré abordar los resultados de la visión creativa y la imaginación de Lafuente. También intentaré mostrar cómo encarnan y expresan la temporalidad cultural posmoderna conocida como "intermediación", un estado intermedio o "espacio", entre un pasado inmediato y un presente siempre emergente.

Las obras de Lafuente están compuestas por segmentos de madera abigarradamente hermosos y variados, dispuestos en hileras horizontales, verticales o diagonales. Otros segmentos son lamas entrelazadas de pintura acrílica sobre aluminio en colores vivos. Las secciones pintadas de madera, inicialmente se cortan en segmentos y se vuelven a unir en composiciones asincrónicas e irregulares de filas que configuran un movimiento rítmico lateral. Las tiras de aluminio pintadas se entrelazan para producir un tejido de coloridas formas rectangulares. Las irregularidades en los contornos exteriores y las secciones abiertas dentro de sus obras, añaden una dimensión escultórica que proyecta sombras e interactúa con el espacio físico circundante.

En las construcciones pintadas de Lafuente, la variación es una técnica formal y estructural central, donde el material se repite continuamente en una forma alterada. Los cambios pueden implicar variaciones cromáticas, rítmicas y tectónicas en la composición formal y la construcción de su obra, para producir el efecto deseado.

El ritmo se puede definir como un recurso o patrón regular en el tiempo. En las obras de Lafuente, se pueden ver "variaciones" rítmicas en los patrones de las relaciones de color y la disposición tectónica y la construcción de elementos formales. Esto implica nuestra percepción inicial, así como la anticipación posterior de una serie de relaciones formales de formas y colores, que abstraemos de la superficie de la construcción, tal como la experimentamos a lo largo del tiempo. Las interrupciones en la regularidad anticipada de los colores y formas en capas, superposición y yuxtaposición, así como la alineación rectilínea de las secciones de madera y aluminio a lo largo de los ejes de la obra, frustran nuestro deseo habitual de unidad visual y resolución formal.

En las obras de Lafuente, ya no tenemos un punto de vista privilegiado desde el cual producir nuestra anticipación deseada para la unidad visual y el cierre. Más bien, tenemos aquí lo que se puede caracterizar como la mezcla no sincrónica de diferentes estados de relaciones formales, de color, forma y textura superficial.

Esta es una versión de la temporalidad cultural posmoderna conocida como "intermediación", un estado intermedio o "espacio", mientras navegamos continuamente de un lado a otro, dentro y entre los segmentos perpendiculares de madera pintada y aluminio, siempre buscando una resolución visual a la apertura de la estructura cromática-tectónica. Si bien esto puede ser cierto en el nivel macroestructural, la experiencia de uno en el nivel de microestructura es radicalmente diferente. Es aquí donde la alegría estricta o el goce en el juego sutil de las texturas superficiales, la estratificación de los colores, la aplicación gestual y el grosor del pigmento, recompensa la inspección cercana del espectador.

*Catedrático de Historia en la Universidad de Hamilton, NY, EE UU