Pues resulta que una jueza acaba de echarle la bronca, sentencia mediante, a la compañía de envío de comida a domicilio Deliveroo al considerar que la relación que mantenía con uno de sus repartidores era laboral y, por tanto, no se trataba de un trabajador por cuenta propia. Vamos, que ejercía de falso autónomo. No constituye una excepción, centenares de empresas abusan desde hace años de esta y otras técnicas turbias de contratación. Cualquier triquiñuela parece válida con tal de escatimarle unas cuantas migajitas de derechos laborales al donnadie de turno. No es casualidad que, mientras las trompetas de la muerte anunciaban que entrábamos en una recuperación económica sideral, los trabajillos basura hayan comenzado a proliferar como lo hacen las setas después de unos días de tormenta.

Se imponen así empleos incompatibles con una existencia digna, empleos que chapotean en los charcos grises de la precariedad. Chof, chof, chof. Pero a los salarios que hacen pódium en el pauperismo y la falta de una mínima estabilidad vital, se les ha sumado últimamente la maldición del trabajo hobby. Y es que, nos invade un ejército de ofertas laborales que se definen a sí mismas como un pasatiempo, algo informal, un modo como otro cualquiera de invertir el tiempo libre a cambio de dinero.

Porque tú eres un parado desgraciado y, de otra cosa no, pero de tiempo libre vas sobrado, ¿a que sí? Pues en vez de estar tirado en el sofá, te apuntas a uno de estos pseudotrabajos, eres productivo un rato y, ya que estás, te sacas unos euretes bien majos. Tampoco una millonada, no te vayas a flipar: Recuerda que esto no es un trabajo de verdad, sino una actividad extra y voluntaria para matar esas horas muertas que todos tenemos de vez en cuando. Igual que salir de pesca o apuntarse a un curso de corte y confección. Claro, si asumiéramos que todas estas actividades son en realidad puestos de trabajo, se exigiría que cumplieran ciertas condiciones laborales, ¡y eso sí que no, hasta ahí podríamos llegar!

En cualquier caso, recuerda que a pesar de que se trate de un simple hobby remunerado, a ti en todo momento se te exigirá disponibilidad absoluta y máxima dedicación. Porque, aunque esto no sea un trabajo, ya que te pones, habrá que hacerlo con entusiasmo, ¿no? El esfuerzo de un empleado pata negra, pero con un salario que toma el aspecto de limosna o propina. Camina como un trabajo, tuerce la cabeza como un trabajo, tiene ojos de trabajo y nariz de trabajo, pero, contra todo pronóstico, no lo es. ¡Viva el siglo XXI!

Conforme triunfan estas dinámicas, los trabajadores pobres empiezan a brotar a borbotones por los grifos del sistema y tener empleo deja de ser sinónimo de llegar a fin de mes. ¡Pero nada de amargarse! Según nos dicen los promotores de esos nuevos no-trabajos, el bienestar ya no se lleva. La tendencia ahora es fluir en la incertidumbre y adaptarse a esos ritmos trepidantes en los que ya no sabes quién eres ni a qué te dedicas; total, qué más da, al menos tienes la suerte de poder conseguir algo de calderilla con la que ir tirando.

*Periodista