Recientemente, la Unión Africana se ha puesto de acuerdo en la formación de un Área de Libre Comercio para todo el continente. Acuerdo sorprendente, sin duda, pues en un momento de vientos ciertamente proteccionistas, como los impulsados por el presidente Trump, los jefes de Gobierno y Estado de 44 países africanos, sobre un total de 55, han decidido la creación de un área comercial de enorme trascendencia. Esta área plantea eliminar los aranceles sobre el 90% de los bienes, introducir aranceles más bajos sobre "productos sensibles" a la competencia de las importaciones, liberalizar el comercio de servicios, aumentar el comercio intraafricano hasta un 60% frente al 16% actual y abrir el acceso a un mercado continental de 1.200 millones de personas.

La Unión Africana considera que este acuerdo es una vía para la diversificación de sus economías, representa una plataforma negociadora de mejores acuerdos comerciales con el resto del mundo y un paso hacia una mayor integración económica del continente. Asimismo, esta nueva vía de integración representa una gran oportunidad para intensificar las relaciones económicas -pero también físicas, políticas y culturales- entre los países africanos, ganar economías de escala aumentando el tamaño de los mercados, superar la actual segmentación de los mismos, aumentar las especializaciones productivas y comerciales, acceder a recursos más baratos y a productos más asequibles para los consumidores.

El problema que se plantea ahora es cómo llevar adelante este proyecto de integración. El discurso académico sobre la cuestión destaca tres modalidades de integración: la creación de mercados regionales, el desarrollo de proyectos de infraestructuras y la adopción y aplicación de reglas comunes. La integración por los mercados descansa en los principios de la competencia mediante la libre circulación de productos y factores de producción (capital y trabajo) en los países integrados y en el establecimiento de tarifas aduaneras frente a países terceros. La integración por proyectos de infraestructuras de transporte (carreteras, ferrocarriles, puertos, aeropuertos, redes eléctricas) y telecomunicaciones es fundamental para asegurar la relación entre zonas de producción y zonas de consumo. Finalmente, la integración por reglas comunes es necesaria para garantizar la armonización de las políticas monetarias y presupuestarias, la convergencia de tasas de inflación, los niveles déficit público y deuda, así como los desequilibrios de las cuentas corrientes de las balanzas de pagos.

Ahora bien, la realidad africana, referida a las "prácticas anormales", se impone. "Prácticas anormales", como los elevados costes de los intercambios transfronterizos, que representan más del doble de los que existen en la UE o en Asia. Por ejemplo, entre el puerto de Tema (Ghana) y Uagadugú (capital de Burkina Faso) hay aproximadamente 1000 kilómetros de distancia, pero con casi 30 barreras de control policial, que alargan el tiempo de transporte en casi casi tres horas y media. Se estima que, comparando el África subsahariana con la UE, en aquella se necesitan tres veces más días para exportar e importar, dos veces más en costes de exportación por contenedor y dos veces y media más en costes de importación por contenedor.

Por tanto, el futuro del Área de Libre Comercio de África pasa ineludiblemente por una mayor libertad comercial, una fuerte inversión en infraestructuras de comunicación, la coordinación de políticas macroeconómicas, la simplificación de los procedimientos transfronterizos, la eliminación de los obstáculos tarifarios y, sobre todo, no tarifarios al comercio (como las reglas de origen restrictivas, las licencias de exportación e importación y todo tipo de controles burocráticos innecesarios) y, por último pero no menos importante, la búsqueda pragmática de los intereses comunes comerciales entre los diversos países.

Es un camino difícil y exigente, pero es el que muestra la experiencia internacional para superar la fragmentación actual de los mercados y avanzar por la vía de la integración. Es una gran oportunidad para África. Que no la pierda. Manos a la obra.

* Catedrático de Economía Aplicada, Universidad Autónoma de Madrid