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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los éxitos

A estas alturas, y desde la larga distancia, todo parece consumado. Y aunque como deja dicho y advertido el refrán -"hasta el rabo todo es toro"- habrá que esperar a la votación misma de hoy para asegurar que la salida del señor Rajoy de la presidencia gubernamental de la Moncloa es sólo cosa de horas. Podría, pero no es probable, que el ya casi expresidente lo hiciera como dimitido y no como censurado, pero hasta ayer mismo sólo algunos de los suyos se lo planteaba.

Lo ocurrido supone, en principio y desde la opinión personal de quien escribe, al menos tres éxitos y un fracaso: este, por supuesto es el de don Mariano, y el primer triunfo el de la judicialización. Nunca hasta ahora en la historia reciente de España la caída de un jefe de Gobierno se había debido no a motivos políticos sino a una sentencia de los tribunales. Ocurre así a pesar de que el texto de la resolución de los magistrados no imputa de algo al señor Rajoy ni a hechos sucedidos bajo su mandato.

Lo más curioso es que ese "factor jurídico " decisivo en la actividad política ha sido repudiado por todos los grupos políticos que respaldan la censura es otra prueba de que aquí todo es del color del cristal con que se mira. Y en ese sentido se apunta también un éxito la aplicación de la ley del embudo que viene a ser de facto la más socorrida por todos los practicantes del oficio público. No debería ser así, pero este es un reino en el que la apariencia es la madre de la ciencia, sobre todo cuando esa ciencia se refiere a la res publica.

Un éxito también es, obviamente, el del PSOE y su secretario general, Pedro Sánchez. Ha jugado con más agilidad que escrúpulos y aprovechado una sentencia que aún no es firme para conseguir lo que siempre ha querido gracias a la inestabilidad electoral que el PP no supo remediar. A pesar de todo el nuevo Gobierno tendrá que hacerle frente a otro éxito, el de los nacionalismos rupturistas del que ahora serán prisioneros los socialistas y desde luego el resto de los españoles. Es quizá un precio demasiado alto el que habrá de pagar el Estado en una apuesta que a juzgar por lo que dijo el candidato Sánchez sobre su programa: o sea, casi nada, y por eso precisamente la preocupación está más que justificada. Echar a Rajoy no es una razón de Estado sino el aprovechamiento de una oportunidad forzada, y eso también debería inquietar.

¿ Y Galicia ? Ni bien ni mal sino todo lo contrario. Dicho en roman paladino estaría bien si el nuevo presidente cumpliera los compromisos que en materia de infraestructuras el Gobierno saliente tiene pendientes desde hace demasiado tiempo. Sería malo si el PSOE imita solo las buenas palabras de José Blanco, y aún peor si copia los hechos de Magdalena Álvarez. En lo demás, y como ya se dijo en alguna otra ocasión, son muchos los habitantes que, aquí, se conformarían con aquello que atribuyen al enfermo que en Lourdes pedía el mínimo: "Madrecita, que al menos me quede como hasta ahora". Este antiguo Reino sin duda, necesita más, pero habrá que esperar a que los nuevos gobernantes asienten sus traseros en los sillones.

¿No?

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