Es posible que, a estas alturas, alguien se acuerde todavía de aquella "fórmula" que se atribuye a un ministro japonés de Economía -se supone que como una broma, aunque quién sabe?- según la cual el mejor sistema para acabar con el problema financiero de las jubilaciones era enviar a la otra vida a los que alcanzasen la edad de percibir la pensión. Y viene a cuento, la ¿anécdota?, de lo que acaba de publicar este periódico sobre la estadística según la cual en la mayoría de los concellos gallegos el paro desciende porque los desempleados pasan a clases pasivas.

Es evidente que los casos que se citan son del todo diferentes, y que, por supuesto, no se pretende comparación alguna. Ocurre, eso sí, que el hecho de que en 174 -un par de ellos arriba o abajo- de los 314 municipios existentes en este antiguo Reino el paro descienda porque buena parte de los desempleados se jubila debería enfriar al menos un poco los entusiasmos de algunos políticos, tanto gobernantes locales como autonómicos, cada vez que el INEM publica sus cifras y en ellas se refleja sólo el índice de empleos sin especificar demasiado las circunstancias.

Algunos especialistas, sobre todo los que se entusiasman más o menos con las estadísticas en función a su proximidad o lejanía afectivas con quienes aportan las cifras y porcentajes, suelen analizar los resultados desde aquella óptica personal y como consecuencia, las estimaciones dejan estupefacta a una buena parte de la gente del común que sigue creyendo que lo que dicen los supuestamente expertos es el no va más de la fiabilidad. Y por eso, al cabo de un tiempo, el número de escépticos suele superar al de los creyentes. Lo que, se mire como se mire, no es bueno.

La verdad, según dicta la experiencia, es que en este terreno más vale fiarse de los números que de las interpretaciones. Y, sobre todo, de que tanto unos como otras son relativas. Porque el propio concepto de "empleo" no tiene ya el valor de antaño, habida cuenta que han variado, en general a peor, tanto las condiciones laborales como las salariales. Y, al tiempo, los análisis, como queda d icho, están cada vez más influidos por circunstancias políticas coyunturales -o electorales- que poco tienen que ver con la imprescindible objetividad.

Cuanto queda dicho no pretende en modo alguno minusvalorar los trabajos que sobre asuntos tan serios como el paro o la jubilación se hacen. Pero sí relativizar sus conclusiones, primero porque la fórmula para elaborarlas no siempre es la mejor y, segundo, porque a la vista de algunas decisiones de los gobiernos ni siquiera son fiables. Las que se hacen sobre empleo porque, como quedó dicho, cuentan todos los puestos que se crean, con independencia de su cualidad. Y las que atañen a la jubilación, porque varían de la noche a la mañana. Y quien lo dude, que le pregunte al señor Rajoy sobre los "milagros" de su ministro de Hacienda, que de un día para otro multiplica los recursos como el agua y el vino en las bodas de Canaán.

¿O no??