Una vez escuché a Eric Foner hablar sobre Abraham Lincoln. Fue en el City College de Nueva York. La universidad había invitado al distinguido historiador de la Reconstrucción para que diera una conferencia sobre el presidente republicano y la esclavitud. En aquel momento Foner estaba presentando un libro sobre ese tema por el cual le concederían el Premio Pulitzer unos meses después. Recuerdo que al describir el célebre encuentro entre Lincoln y Frederick Douglass en la Casa Blanca, Foner quiso destacar especialmente la elocuencia del escritor afroamericano que, tras escapar de la esclavitud, acabó convirtiéndose en uno de los principales líderes de la causa abolicionista. Su elogio, sin embargo, provocó algunas sonrisas irónicas en una sala abarrotada de estudiantes y profesores. Las palabras que utilizó ( he was very articulate) pueden revelar en inglés, dependiendo del contexto y de la persona a la que se alude, una cierta condescendencia. ¿Habría creído necesario subrayar esa virtud si se tratara de un escritor o un activista blanco?

La reunión con Lincoln se produjo en 1863. Para entonces Douglass ya había publicado dos de sus tres autobiografías y pronunciado sus discursos más memorables, como la exhibición retórica que dio el cuatro de julio de 1852, durante la celebración del día de la independencia, denunciando la hipocresía de una festividad que exaltaba la libertad mientras cuatro millones de esclavos carecían de ella. ¿Tanto le sorprendía al historiador que un orador consagrado pudiera expresarse correctamente delante del presidente? Joe Biden se tuvo que disculpar en las primarias demócratas de 2008 por decir lo mismo de Barack Obama, "el primer candidato afroamericano articulate, limpio, brillante y guapo". Oratoria y limpieza. Señales de civilización. En el "Daily Show", Biden le explicó a Jon Stewart que solo lo estaba tratando de alabar. "Es un hombre increíble. Un fenómeno". Como recordaba Lynette Clemetson en el Times, un fenómeno sería, más bien, haber sido presidente de Harvard Law Review sin mostrar esas "sorprendentes" cualidades. Hay epítetos que proceden directamente del subconsciente. Se pretende ensalzar a un personaje y se le acaba perdonando la vida. O devolviéndosela. Donald Trump, por ejemplo, pareció insinuar el año pasado que Frederick Douglass todavía estaba vivo. Y no solo en nuestros corazones. El abolicionista decimonónico "ha hecho" un gran trabajo y "es" un ejemplo de alguien que "está siendo reconocido más y más". Cuando en febrero se celebró el bicentenario del nacimiento de Douglass, la Casa Blanca emitió un comunicado que contenía una errata en el nombre del homenajeado (Douglas, en vez de Douglass). Ese que no para de ser reconocido "más y más".

Lo más impactante del documental "I Am Not Your Negro", donde se relatan las vidas y asesinatos de Martin Luther King, Medgar Evers y Malcom X y se exponen algunas reflexiones sobre las tribulaciones de los negros en Estados Unidos, es su trágica vigencia, teniendo en cuenta que el guion es un manuscrito firmado por James Baldwin en 1979. La brutalidad policial y el supremacismo blanco. De nuevo en la pantalla. Justificado. Otros nombres, las mismas víctimas. Equivalente incomprensión. En un momento, Baldwin se lamenta: "La gente te dice que eres un amargado. Puede que yo sea o no sea un amargado. Pero si lo fuera, tendría muy buenas razones para serlo. La más importante de todas es que la ceguera o cobardía americana nos permite fingir que la vida no presenta ninguna razón para ser un amargado". Es una cuestión de perspectiva que solo puede ser comprendida a través de la empatía. Como la que sintieron muchos al ver "Black Panther", película de un superhéroe dirigida por un negro y protagonizada por negros en la que los blancos interpretan papeles secundarios. Hubo quienes se quejaron de la ausencia de diversidad. Parecían, en efecto, bastante amargados. Y eso que solo pasaron un par de horas en Wakanda, la nación africana donde reina el protagonista que posee la tecnología más avanzada del mundo. Lo mal que lo tendrían que pasar si tuvieran que vivir en ella.