La fidelidad es el iceberg de la gran montaña en que están asentados dos grandes virtudes: la fortaleza y la generosidad.

Cuando se habla de fidelidad se suele referir a la fidelidad en el matrimonio, pero hay muchas más.

Fidelidad en el trabajo, trabajar a fondo y no hacer pasar las horas, cuidar las herramientas de trabajo. Se cuenta que un técnico en productividad se fue a visitar un bosque, se estaban cortando árboles y observó que un leñador tardaba mucho en cortar el árbol con su sierra y el técnico le preguntó cuándo afilaba la sierra y le contestó: "No tengo tiempo, no tengo tiempo." Cada vez tardaba más en cortar un árbol.

Fidelidad en el trabajo es no estar constantemente murmurando al jefe y, si se equivoca, sé valiente y con prudencia y, a solas, dile en qué está equivocado.

Si eres jefe sé abierto a las sugerencias de tus subordinados y corrige con buenos modales y en privado, ganarás la adhesión y la colaboración de todos.

Sé fiel a tus amigos, no permitas que se hable mal de un amigo en su ausencia. Si está presente debe de defenderse él y tu apoyarle.

Ser fiel a los amigos es ayudarles y adelantarse en sus necesidades. Ser fiel a los amigos es cortar de raíz toda adulación que te hagan para evitar la envidia que es nuestro pecado nacional.

La fidelidad en el matrimonio es consecuencia de la práctica de la virtud de la fortaleza.

Todos los hombres y mujeres estamos llenos de ocasiones de pecar. En el trabajo estamos rodeados de personas más guapas o más inteligentes que nuestros cónyuges. Cuántas veces tenemos que hacer como Ulises, atarnos al mástil para no sucumbir al canto de las sirenas.

En los viajes de trabajo tenemos que ser prudentes y evitar familiaridades y no tontear para evitar encender la mecha para que no explote la bomba.

Vale la pena ser fieles en el matrimonio: se ve uno con dignidad, que es básico para andar por la vida.

La fidelidad da estabilidad y seguridad al matrimonio y nace una paz que es el bien más apreciado en esta vida.

Tus hijos irán creciendo en un ambiente de paz y de seguridad que los hará más seguros.

El amor entre los cónyuges no será hipócrita, será verdadero y de este amor verdadero beberán tus hijos que los harán felices al ver el amor de sus padres.

Para los que tenemos la suerte de ser creyentes, que somos la mayoría para los mayores de sesenta años, aunque menos los practicantes, la fidelidad a nuestros principios y creencias religiosas nos hará más fuertes y más seguros.

Todos podemos fallar porque todos somos pecadores, pero nuestro Padre Dios misericordioso, que mandó a su hijo Jesús para redimirnos, nos perdonará y seguiremos adelante.

La fidelidad no es fácil pero vale la pena, tendremos un anticipo del paraíso del cielo

*Miembro del Club 55