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Ceferino de Blas.

El pianista del "Luminosa"

Giovanni Moncada, el pianista del crucero "Costa Luminosa", completó ayer su tercera vuelta al mundo.

No figura en el Guinness, pero sin duda posee el récord de actuaciones en barcos de lujo.

Comenzó en el año 1993, con un crucero que lo llevó de Venecia a Turquía y regreso. Tenia 20 años.

Los barcos eran entonces más pequeños, menos confortables y sin balcones ni terrazas en los camarotes Desde entonces no ha dejado de actuar en diferentes trayectos de las naves de Costa Cruceros, la compañía italiana más solicitada por los españoles porque, en la Babel de a bordo, se habla normalmente castellano, aunque el idioma oficial sea el inglés.

Giovanni, que es siciliano, de Palermo, región de tradición náuta, consiguió su ilusión de viajar, conocer países y ejercer su profesión de músico a base de tenacidad y esfuerzo. No le resultó fácil.

Quiso hacerlo ya a los 17 años, cuando era estudiante del Conservatorio. Tras un concierto Juvenil en un hotel vino a saludarlo el médico de un crucero que estaba de descanso, le contó su experiencia y lo dejó soñando.

Consiguió la dirección de la naviera y llamó cuantas veces hizo falta -no había móviles ni internet- hasta que le contestaron que existía una vacante de pianista en un crucero de doce días por el Mediterráneo.

Acompañó a grandes músicos y cantantes -hizo un recorrido artístico por Asia con una diva, habitual compañera de Pavarotti-, y ya no recuerda el número de interpretaciones y conciertos.

Ahora acaba de dar su tercera vuelta consecutiva al mundo en el crucero Costa Luminosa.

El barco es uno de esos gigantes que mide 300 metros de largo, tiene doce pisos de altura y da cabida hasta 2.900 pasajeros y más de mil tripulantes y personal de servicio. En suma, una pequeña ciudad flotante.

Son contados los barcos que dan la vuelta al mundo, ya que no todas las grandes navieras se deciden a incluir este crucero en su programación. Es muy exigente, y de una complejísima logística. Obliga a las compañías a esmerarse en todos los aspectos.

El entretenimiento y los espectáculos son parte fundamental de la vida a bordo.

Para que un artista sea seleccionado como pianista titular de uno de los gigantes que órbitan los mares y, más aún, que repita en tres viajes seguidos cuando existe una gran competencia y movilidad de los músicos que amenizan las estancias de los viajeros, tiene que demostrar un gran talento.

Es el caso de Moncada, que además se gana la simpatía de los cruceristas por su afabilidad.

Como todos los intérpretes de excelencia, el maestro, como se le conoce, es humilde y versátil. Sabe adaptarse a todos los públicos sin que le caigan los anillos. Interpreta con la misma dedicación música de películas o melodías populares que se recrea con una sonata o brinda una exhibición de concertista clásico. Cuando la programación lo requiere ofrece un concierto en solitario o acompaña a los artistas del crucero, cantantes o intérpretes.

Sabe amoldarse a los gustos de la variadisima fauna que navega en el Luminosa.

Encaja en la tradición de los pianistas de los trasatlánticos, desde que se introdujo el entretenimiento en las travesías oceánicas para paliar incomodidades y evitar la monotonía.

Incluir a músicos en los barcos para hacer más grata la navegación se convirtió en habitual, y si destacaban por su calidad era la prueba del interés de las compañías navieras por el confort de sus huéspedes.

Entre los músicos contratados para cada viaje, adquiría una particular significación el pianista. Era el componente principal del elenco.

La historia, y la leyenda, han mitificado a la orquesta del "Titanic", que seguía tocando mientras el barco se hundía. Y el cine y la literatura han encumbrado a estos músicos. Pero sobre todo al pianista, al pianista del "Titanic".

El cada vez mayor número de personas que se deciden a pasar unas breves o dilatadas vacaciones en el mar -a precios para casi todos los bolsillos, que en los cruceros no solo viajan los pudientes- saben de la importancia de contar con espectáculos atractivos. Y un buen pianista siempre saca de apuros a los programadores.

Esa percepción se multiplica en un viaje de la vuelta al mundo de más de tres meses. Solo un excelente pianista como Giovanni Moncada es capaz de mantener la tensión, sin bajar la calidad, durante más de cien días que duran estos cruceros.

Habla un castellano inteligible y ha visitado varios puertos de la Peninsula y Canarias, pero le falta Vigo, una ciudad bien conocida por las tripulaciones de la Compañía Costa Cruceros -Mediamark es un comercio muy citado por el personal-, pero donde el pianista no ha tenido la oportunidad de estar.

Es la constatación de que su puerto, en la ruta del Norte de Europa, no lo considera la naviera con la entidad suficiente para que lo visite su pianista más cualificado.

Por eso es tan importante que Vigo potencie al máximo su ruta de cruceros.

Si algún día se consigue que Giovanni Moncada toque en uno de los barcos que recalan en Vigo será señal de que su terminal ha ascendido a la primera división en la programación de los cruceros.

Un pianista, y más si es de la categoría del maestro del "Luminosa", es la prueba del nueve del valor de un puerto en el próspero negocio de los barcos de recreo.

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