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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los maestros

A estas horas, y quizá digerido -siquiera en parte- el bochornoso espectáculo ofrecido por algunos diputados en el Parlamento gallego, es probable que no pocos habitantes de este antiguo Reino agradezcan a la democracia que los tales estén donde están y no educando alumnos en el sistema de enseñamza. Y es que con semejantes "maestros" en las aulas, este país establecería sin duda el récord Guiness del ridículo, en el caso de que existiera, o lo crearía como novedad para quienes optasen a poner una pica en el hemiciclo del Hórreo.

La vergüenza -y no solo la ajena- la provocó un diputado del BNG quien desde la tribuna rompió una fotografía del Rey como lección -dijo- de respeto y de democracia. Se amparaba en una sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que califica como "libertad de expresión" ese gesto. Una resolución que ha de acatarse pero no compartirse, y que en todo caso exime de responsabilidad penal, pero no modifica la mala educación, institucional y personal, del representante del nacionalismo gallego. Al que se le puede -y se le debe- exigir otra actitud de respeto hacia los ciudadanos que le pagan un sueldo estupendo.

(No se trata en absoluto, conste, de que sea monárquico o republicano, elección a la que tiene todo el derecho pero que, en un demócrata como dice que es, ha de acompañarse con el respeto a los demás, incluídos quienes lo reclaman para la jefatura del Estado. Claro que, ahora mismo, se desarrolla un extraño fenómeno en el país: los que se niegan a aceptar la Constitución se amparan en todas sus garantías para hacer su voluntad, y los que están contra la Unión Europea invocan a sus Tribunales como respaldo de sus opiniones. Pueden, claro, pero deberían reconocer que usan la ley del embudo.)

El espectáculo no terminó ahí. Algunos diputados del PP, olvidando que un error no se arregla con otro, rompieron una foto de Otegui con miembros del Bloque, acaso hartos de ser el saco de golpes de la oposición. Y, además, la sesión sirvió para ver como un juez, aunque en excedencia, olvidaba la presunción de inocencia -manipulando la realidad- al describir "una reunión" del presidente Albor en Portugal "con capos del narcotráfico" cuando no la hubo stricto sensu sino un encuentro casual y muy breve con contrabandistas de tabaco. Figura en el diario de sesiones.

La sesión, áspera -o, por mejor decir, bronca- desembocó en otro choque entre el portavoz de EM y el presidente Feijóo, que introdujo la interesante cuestión de hasta dónde puede llegar la inmunidad de los representantes para injuriar, aún con insinuaciones, a los representados, incluso los no compartan sus posiciones políticas: ocurrió con la indigna referencia al expresidente Fernández Albor y con el irrespetuoso gesto de don Luis Bará. Que tienen el derecho y el deber de controlar al Gobierno y de ejercer la crítica que estimen oportuna. Pero con los límites que ha de marcar el auténtico respeto a las personas y a las instituciones. O sea, a uno de los pilares de la democracia.

¿O no?

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