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Antonio Rico

¡Mucha mierda!

"Supervivientes" ha vuelto. Qué bonito reencuentro. Qué reconfortante vuelta a la rutina. Qué tranquilidad da saber que si pones Telecinco te vas a encontrar con las mismas degradantes porquerías de siempre, las viejas estupideces habituales ya conocidas, las mismas insustanciales caras de la ganadería de la casa que la cadena tan sabiamente baraja cada trimestre en diferentes variaciones, combinaciones y permutaciones que permiten a sus seguidores vivir en un emocionante tiovivo que no para de dar vueltas por los mismos lugares ya vistos, presenciar las mismas trifulcas ya vividas, sorprenderse al encontrarse las mismas alianzas, traiciones, enfados y reconciliaciones. Así somos los seres humanos, desde niños nos gusta que nos cuenten una y otra vez el mismo cuento antes de dormir.

Por eso este primer trimestre del año fue horrible. El fracaso del último "Gran hermano" del trimestre anterior obligó a Telecinco a llevar su 'irreality show' al taller de reparaciones. Tres meses sufrimos de síndrome de abstinencia al quedarnos sin el "GH VIP" que la cadena tenía previsto para estos tres meses, y que finalmente no pudo distribuir en esas dosis de cuatro horas en vena que tanto éxito tienen. Todo Telecinco se resintió, "Sálvame" incluido. Sin la gasolina que habitualmente usa para atizar las calderas de su infierno, tuvo que recurrir a parasitar contenidos de "Operación Triunfo" de la competencia, y, mucho peor, esta última semana acabó sustituyendo su lamentable crónica rosa habitual por una crónica negra aun más lamentable sobre la terrible muerte del niño de Níjar.

Pero desde el jueves "Supervivientes" habita entre nosotros. Volvemos a la normalidad. Una normalidad degradante, triste y estúpida, pero normalidad al fin y al cabo. Por eso, lo menos que podemos hacer los hombres y mujeres de buena voluntad es felicitar a Telecinco y desearle, de todo corazón, que su espectáculo produzca, recoja y proporcione ese el combustible que el negocio necesita para subsistir: ¡enhorabuena y mucha mierda!

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