¡Oh musas de la música y la poesía que vivís en el Olimpo, y allí cantáis alegres canciones en las comidas de los dioses! ¡Oh incluso Dios mío, solo tu intercesión puede haber conseguido que el lunes llenáramos de gente un acto de poesía en Vigo! Hoy la poesía parece desterrada pero con la presentación del segundo poemario de Stella Maris, Alma acróbata, en una galería Sargadelos desbordada de femenina presencia y 5 representaciones del masculino sexo, uno halló un espacio de resistencia todavía para seguir manteniendo la esperanza. Por allí estaba Dolores Losada, de grecolatina elocuencia, Avelino Muleiro en la filosofía, Carmen López en el derecho, Patricia Pérez en la biología, Belén en el magisterio martincodaxino, Xavier González en la ingeniería, Gonzalo Allegue en las tareas literarias y en la enseñanza alexandrebovediana, Dolores Mendía en la bibliotecaria, Ester Muruais en las matemáticas desde el Rosais 2... unas y otras, otros y unos, dieron calor al encuentro que, por ser poético, no contó con los flashes de la prensa pero sí, tras mis veniales palabras de presentación, las lúcidas, encendidas y a veces irónicas de Xesús Alonso Montero, y las de la misma autora y afectada por la poesía, Stella Mari González Balbuena, hija de aquel maestro Evaristo de Sela, apodado "el chino", autor de la gesta de traducir la Ilíada y Odisea al gallego.

En recuerdo de mamá Lola

No hace más que unos días que me crucé en las Camelias, donde vive, con Quico Cameselle el de La Riojana. Al menos los que tenéis canas recordáis ese emblema del alterne vitivinícola, ese reino del porrón que fue La Riojana cerrada en 1972, en la calle Real, donde ahora está el Ostras Pedrín y donde mandaba Lola Sánchez Feijóo. Vi a Quico desalentado porque Lola, su mujer, se le fue para siempre y con ella 60 años de matrimonio aunque no de memoria afectiva. ¡Ay aquella mujer tan querida que muchos clientes fieles llamaban "mamá Lola" y que tanto respetaban en las continuas ausencias de Quico por marítimas y marineras razones! Que le pregunten a Manquiña entre los artistas que allí concurrían, Lugrís, Laxeiro, Huete, Sevillano, Costas, José Guillermo... a levantar el porrón y consolidarlo con un bocata de alcriques, caviar como le llamaban. Un recuerdo emocionado para mamá Lola, que se nos fue para siempre el mes pasado.

El naufragio del "Thalassa"

Y, hablando de emociones, esta semana vuelve a ser actualidad uno de los naufragios más emotivos, ocurrido en Cabo Silleiro. La noruega Arnhild Karlsen tenía diez años cuando se salvó del hundimiento del Thalassa, un pequeño crucero en el que viajaba con su familia. A la altura de Cabo Silleiro el barco se partió en dos y falleció toda la tripulación menos ella. Setenta años después, Arnhild vuelve al lugar de los hechos para emocionarse con el homenaje que el Concello de Baiona y Talaso Atlántico tienen preparado mañana para ella y en recuerdo de los fallecidos en aquel terrible suceso. Y habrá un mirador que se llamará para siempre Thalassa.

Y una exposición sobre Miguel

Y, si empecé hablando de poesía, ¿por qué no acabar con ella? En Salamanca visité la exposición sobre la última mala vida de Miguel Hernández, ésa que comenzó cuando huyó a Portugal de la Guerra Civil, le devolvieron a España y entró en la cárcel de Alicante y otras cárceles. No muy nutrida de objetos pero sí de los principales documentos procesales y carcelarios que acreditan las penalidades del poeta al finalizar la guerra hasta su tuberculosa muerte, incluidas sus visitas en la cárcel, sus partes médicos, el de su muerte... Merece la pena verla.