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José Manuel Ponte

inventario de perplejidades

José Manuel Ponte

El escudo y los misiles

Confiaban algunos biempensantes en que, con el fin de la Segunda Guerra Mundial y las destrucciones atómicas de Hiroshima y Nagasaki, los dirigentes políticos mundiales habrían aprendido algo sobre los efectos catastróficos de la belicosidad como mejor forma de resolver los conflictos económicos y sociales. Pero fue una ilusión de unos pocos años mientras el secreto del "arma definitiva" estuvo solo en manos de Estados Unidos. Luego, vino la limitada proliferación nuclear y entramos en la época de la llamada Guerra Fría y de las guerras locales. Hubo guerras en Corea, en Vietnam, en Laos, en Argelia, en Mozambique, en Angola, en el Congo, en Afganistán, entre India y Pakistán, entre Irán e Irak, entre Israel y los países árabes, en Yugoslavia, que acabó saltando en pedazos, y ahora desde hace seis años en Siria entre varias facciones, unas apoyadas por Estados Unidos y otras por Rusia. No obstante, todo eso se ha ido asimilando, mal que bien, por las opiniones públicas de los países más ricos que siguen los acontecimientos desde lejos y por televisión deseando que les sirvan imágenes más amables para que no se les perturbe la digestión. Y así podríamos seguir indefinidamente hasta que han surgido, estos días, dos hechos preocupantes. Uno la declaración por el presidente de Estados Unidos de una "guerra comercial" mediante el aumento de aranceles a determinados productos como el aluminio y el acero. Y otro, el anuncio por el presidente de Rusia de estar en posesión de un armamento prácticamente invencible, lo que le da derecho a hacerse oír (y sobre todo respetar) en cualquier asunto que estime de interés para su país.

La declaración de Trump, en la línea proteccionista que ya anunció durante su campaña electoral, perjudica principalmente a Canadá, Brasil y Corea del Sur, que son los principales exportadores, y en menor medida a la Unión Europea (donde está España), Japón, México y China. Y el anuncio de Putin sobre la definitiva superioridad rusa en materia de armamento de alta tecnología, de ser cierto, deja en mantillas aquello que Reagan denominó la "guerra de las galaxias". En su día, se atribuyó a la imposibilidad rusa de aceptar (por razones económicas) aquel desafío al colapso del régimen comunista y la desaparición de la Unión Soviética. Pero se ve que aquella teoría no era del todo cierta. La economía rusa todavía da muestras de debilidad pero la astucia de un antiguo espía del KGB parece haber obrado el milagro de alcanzar la superioridad militar mundial.

Los dos anuncios afectan al Estado español en mayor medida que el llamado desafío catalán, sobre todo al llamado escudo antimisiles instalado en la base de Rota, que es la más importante de las que posee Estados Unidos en el Mediterráneo. En octubre de 2011 el entonces presidente Zapatero, con la complicidad de Rajoy, aprobó su instalación de forma subrepticia y sin debate. Después se dijo que era para protegernos a todos de misiles procedentes de Irán, aunque el enemigo potencial, pero no declarado, era Rusia. De ser cierto lo que anunció Putin, habría que determinar si el escudo ha quedado obsoleto y sería bueno desmontarlo. Eso sí, previo el correspondiente debate parlamentario. Hay que acabar con la clandestinidad de las decisiones.

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