Opinión
El cuartel que tardó mucho en levantarse
Inicialmente, el nuevo regimiento se instaló en unos barracones levantados en Mollabao, de forma provisional, sobre unos 20.000 metros cuadrados de terrenos cedidos de forma gratuita durante un período de tres años por Fernando Baeza Sarabia, José Luís Martínez y Eulogio Fonseca García.
El 15º Regimiento de Artillería Ligera encontró un acomodo bastante más adecuado en el cuartel de Figueirido durante la Dictadura de Primo de Rivera y el final de la Monarquía, hasta el advenimiento de la República.
A finales del verano de 1932, una visita a Pontevedra del presidente, Manuel Azaña, acompañado por el ministro de la Gobernación, Casares Quiroga, sirvió para desatascar el proyecto del acuartelamiento tras conocer in situ el solar cedido por el Ayuntamiento en Campolongo.
El alcalde Bibiano F. Tafall, se implicó al máximo y su perseverancia resultó concluyente. A Madrid viajó en varias ocasiones, hasta que encarriló la subasta de la obra. De forma paralela, el Ayuntamiento puso en marcha la construcción de la Avenida de Campolongo entre las carreteras de Marín y Vigo, por delante del futuro recinto militar.
La obra se subastó, por fin, a principios de 1933 en la Comandancia de Fortificaciones de A Coruña por un tipo de 637.412 pesetas. Los contratistas más importantes, que trabajaban por aquel entonces en Galicia, acudieron a una licitación sin duda golosa. Su adjudicación al Gremio de la Construcción de la Sociedad Patronal de esta capital, que pujó duro frente a otras diez ofertas competidoras, habría colmado de satisfacción a los pontevedreses porque todos sus beneficios se quedarían en casa. Pero no logró su objetivo.
El ofrecimiento que puso encima de la mesa el contratista José Bouzón resultó imbatible, puesto que hizo una rebaja sobre la licitación de 140.932 pesetas. Su condición de adjudicatario de la obra del ferrocarril entre Santiago y A Coruña, le supuso una ventaja considerable, puesto que ya disponía de un gran parque de personal y maquinaria.
El pistoletazo de salida para la construcción del cuartel de Campolongo se dio exactamente el lunes, 9 de abril de aquel año, pero la obra en su conjunto se llevó a cabo de forma escalonada durante los años siguientes, con arreglo a la disponibilidad presupuestaria.
El general jefe de la 8ª División, Enrique Salcedo, se pronunció a favor de su reactivación durante una visita que realizó a principios del mes de junio de 1936, pero el estallido de la Guerra Civil frenó tal deseo.
Tras finalizar la contienda, el trabajo se reanudo de nuevo por su necesidad cada vez más imperiosa. No obstante, el acuartelamiento no completó toda su instalación hasta mediados de los años 40.
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