Opinión

De un palomar a una pajarera

Desde la instalación del parque infantil y el estanque de los patos en 1950, Las Palmeras se convirtió en un lugar muy frecuentado por niños y mayores, sobre todo en la época estival. Pero su diseño original no previó la construcción de unos evacuatorios públicos y esa demanda se puso de manifiesto muy pronto, aunque los pequeños hacían aguas sin el menor recato contra un árbol o un seto, en cuanto sentían la menor necesidad.

Los primeros urinarios de Las Palmeras se improvisaron en la parte inferior de un palomar -había dos- situado al fondo del estanque de los patos; la misma construcción que ahora disfruta de una nueva vida, aunque sin inquilinas en la parte superior. Aquellos constreñidos servicios cubrieron el expediente durante bastante tiempo.

Cuando el alcalde Rivas Fontán acometió una polémica transformación de Las Palmeras a mediados de los años 80, los mingitorios aún no habían perdido su razón de ser dentro de aquel parque público. Pero el arquitecto municipal, Juan Manuel Padín, tuvo el desliz de proyectar su instalación justo enfrente de la entrada principal del Gobierno Militar. Cuando el general conoció el uso previsto de aquella construcción aparatosa, descolgó el teléfono e hizo ver al alcalde su total improcedencia.

El Ayuntamiento enmendó la plana y trasladó los urinarios al lugar más equidistante, al final del parque, a una distancia prudente de la trasera del edificio de la Normal. Allí permanecieron junto a un gran jaulón hasta su demolición final.

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