La verdad es que nunca entendí muy bien eso de que, la propiedad de los terrenos de los montes, sea exclusiva de una parte de la población de un ayuntamiento y que, para utilizar cualquier zona de los mismos, que es evidentemente municipal, haya que mendigar ante una parte de los vecinos del concello que deciden porque así les parece, el bien o el mal. Son esas cosas de la política de una época en que en este país se quiso ordenar pero que acabó siendo una verdadera churrería de decisiones que ahora tienen sus consecuencias. Esta semana se habló incluso en el Pleno del campo de deportes que la Comunidad de Montes de San Xulián tiene en zona próxima al iglesario de la misma parroquia. En realidad aquello no es en este momento un campo de fútbol ni de deporte alguno porque la Comunidad de Montes lo ha abandonado totalmente con lo que, si no se hace algo y pronto, en poco tiempo la maleza lo volverá a "comer" y habrá que gastar un pastón otra vez en el recinto. Y digo otra vez porque ese campo se construyó con diez millones de aquellas pesetas de antes que puso, si no recuerdo mal, la Diputación Provincial, organismo que es de todos y no solo de los comuneros de San Xulián. Claro que eso de invertir en propiedades ajenas, porque verdaderamente ajenas son, es perder el dinero y, mira por donde diez millones de aquella, era dinero y mucho. Una cacicada de época ¡que pena!