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Ánxel Vence.

Crónicas galantes

Ánxel Vence

Feminismo guapo

Critican algunos a Cristina Pedroche por lanzar una proclama feminista el día de fin de año y exhibir a continuación su cuerpo serrano con un vestido de los que apenas dejan margen a adivinar lo que hay debajo. Y qué tendrá que ver una cosa con la otra.

Esto es como el caso de aquel juez que en una sentencia por agresión sexual observó como atenuante la circunstancia de que la víctima vistiese minifalda. Van como van y luego pasa lo que pasa, le faltó decir.

Las muchachas, ya sea en flor, en la madurez o en el declive físico, pueden y deben ataviarse como mejor les venga en gana, sin que eso sirva de pretexto para que les metan mano. Si además ejercen el derecho a denunciar las agresiones de los machos ibéricos que todavía andan sueltos por ahí -y a veces, en manada-, no queda sino felicitarlas por su valor y buen sentido.

Pedroche, que es guapa y sin embargo feminista -para irritación de varones que asocian la belleza con la estulticia-, se limitó a aprovechar el altavoz que ofrece la tele en los últimos minutos de la Nochevieja para dar, literalmente, la campanada. Arremetió contra la violencia a la que todavía se somete a las mujeres, clamó por que termine de una buena vez el acoso verbal y físico de tantos machotes encelados y terminó por recordar algo tan obvio como que un "no" es un "no".

Quizá ese simple gesto haya sido más efectivo que todas las campañas gubernamentales contra esa curiosa forma de pensamiento que ve en las mujeres un mero trozo de carne que cualquier tipo ruin puede llevarse a la parrilla sin pedir permiso a la propietaria.

Tiene particular mérito la arenga de Pedroche por el hecho de que se produjese en la televisión y en horario de máxima audiencia. Lamentablemente, la tele -un medio que crea realidad- sirve muy a menudo para asentar la idea contraria.

Desde los tiempos ya algo remotos de las Mamachichos hasta los actuales programas de telebasura en los que algún concursante fue expulsado por maltratar a su pareja en vivo y en directo, la televisión contribuyó no poco a reproducir -esto es: a normalizar- los comportamientos de la España más carpetovetónica.

Algunas cadenas no han dudado siquiera en montar programas (o casas) de citas por los que desfilan "tronistas" a quienes cortejan con requiebros líricos no precisamente de Neruda varias o varios aspirantes a emparejarse con la que se saca a subasta sentimental. El resultado es, en ocasiones, soez; pero aún peor resulta el hecho de que se convierta a las señoras en una especie de mercancía audiovisual.

Cierto es que alguno de esos espacios ha contribuido, paradójicamente, a normalizar para el gran público las relaciones homosexuales o entre gente de distinta edad y condición, por lo general mal vistas; pero se trata de una excepción a la regla.

De ahí que haya sorprendido a los más e irritado a los cejijuntos el manifiesto de la bella Pedroche en una hora y circunstancia tan poco propicias a la funesta manía de pensar como la de la Nochevieja en el prime time de la tele. Muchos la han puesto como no digan dueñas por casar el feminismo con un vestido sexy, como si tener ideas y físico fuesen incompatibles. Tal vez sin pretenderlo, la presentadora ha revolucionado los usos de la tele. Para bien.

stylename="070_TXT_inf_01"> anxelvence@gmail.com

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