Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Matías Vallés.

Tyler Brûlé cae desde sus altos vuelos

La noticia más relevante de la prensa mundial en 2017 no es el cierre de la edición de Vogue para adolescentes, ni siquiera la jubilación de Graydon Carter del mástil de Vanity Fair, sino el despido o despedida de Tyler Brûlé de su privilegiada sección en la contraportada dominical del Financial Times. El canadiense de extracción báltica se había convertido durante nueve años en la reencarnación de Petronio, el observador crítico de las tendencias más caras del mundo contemporáneo.

En sus columnas de 850 palabras, Brûlé orientaba indistintamente al lector sobre las ruedas del equipaje de mano, la iluminación ideal en las habitaciones de hotel o la ropa interior masculina. No operaba desde el paternalismo, sino desde una combinación de buen gusto y de ingeniería, aderezada volando veinte días al mes. Fabricaba sus gustos, razonaba cada elección, lo cual nos aproxima a los escabrosos motivos de su abrupta salida del periódico color sushi de salmón.

La cadena de ceses en el mundo del espectáculo no obedece siempre a causas sexuales. Un artista como Brûlé ha caído "de mutuo acuerdo" con su periódico por el pecado original de confundir información y publicidad, en abierta contravención de los códigos del Financial Times. Por ejemplo, defendía con energía la Blackberry, después de haber trabajado para la firma de su país natal. Claro que el patrocinio del teléfono con teclado incurre en romanticismo antes que connivencia mercantil.

Una relectura cuidadosa de los artículos de Brûlé confirma la simbiosis entre sus apetencias y sus clientes. Una colisión dramática, pero que solo afectará a quienes consideran que un color es más importante que otro. El mundo debe agradecerle su cruzada por mejorar el confort de los pasajeros enlatados en aviones, aunque fuera recomendando aparatos como el Bombardier o compañías como Swiss International Airlines, ambas en su nómina de clientes.

Brûlé se refugia ahora en los cuarteles de invierno de su revista mensual Monocle, que comparte accionista con el diario que acaba de abandonar. Pude entrevistarle años atrás, en el día diez de un mes en que el columnista ya había cubierto la maratón aérea Londres-Singapur- Bali-Zurich-Palma-Barcelona- Munich-Mónaco. Se desentendió de los estudios de mercado. "No hay que guiarse por los lectores ni por sus opiniones, sino sorprenderles". Nadie pretenderá que un gurú obedezca las reglas que diseña para uso ajeno.

Compartir el artículo

stats