El temporal que cayó sobre Pontevedra entre el 10 y el 11 de diciembre de 1914 también resultó de tal calibre que desplazó durante unos días el interés general por la marcha de la Primera Guerra Mundial.

Aquel año no cayó una gota de agua entre agosto y diciembre, con la sequía consiguiente de fuentes y manantiales. Luego todo lo que no llovió en cuatro meses descargó en solo dos días. La avenida de Buenos Aires, el Borrón, Santa Clara y el Burgo sufrieron sus efectos con mayor dureza tras el desbordamiento del río Lérez.

El agua superó el medio metro de altura en las zonas más afectadas. La fuerza de la corriente derribó parte del muro de Santa Clara, y la riada inundó la plaza de Valentín García Escudero, la calle del Puente y entró en las primeras casas de la calle Real. La tienda de ultramarinos de Valentín Muiños, la fábrica de curtidos de Echevarría, y la fábrica de lejía y almacén de cerveza de Facundo Hinojal, sufrieron las mayores pérdidas.

Al otro lado del puente, el desbordamiento del río afectó a la capilla de Santiaguiño del Burgo y abnegó la carretera. Cuando el agua mojó la cal viva del almacén de Eduardo Rodríguez, provocó una fuerte explosión que desató el pánico entre las familias Sacarrera y Ochoa, que vivían en el piso de encima.

Muchos pontevedreses recordaron en 1914 los aguaceros de 1886. Pero entonces el Lérez no sufrió ningún desbordamiento, "por no estar el agua encerrada desde el puente del Burgo como lo está hoy". A la construcción del nuevo puerto se atribuyó el desbordamiento sufrido. Por ese motivo, la corporación municipal cursó una protesta al Gobierno por la canalización de la Ría.