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Personas, casos y cosas de ayer y de hoy

La luz invisible de Wihelm Röntgen

"A menudo la naturaleza deja aparecer en las cosas más banales fenómenos asombrosos, que sin embargo tan solo son reconocidos por aquellos que con sagacidad y con sentido creado para la investigación toman consejo de la experiencia, preceptor de todas las cosas?". Son palabras literales del monje jesuita alemán, Athanasius Kircher (1602-1680), inventor polimático conocido por "el maestro de las cien artes". Estas afirmaciones serían recogidas en 1894 por el físico alemán Wilhelm Conrad Röntgen (1845-1923), en su calidad de rector de la Julius Maximilians Univeristät de Würtzburgo, al pronunciar el discurso de inauguración del 312 aniversario de la fundación de esta Universidad. Era una magnífica visión de los principios de las ciencias naturales experimentales y un adelanto profético de lo que Röntgen descubriría un año después, a finales de un frío invierno de 1895, a modo de "revelación de una noche" - Friedrich Dessauer en Die Offenbarung einer Nacht-. Así, al experimentar con rayos catódicos en un tubo al vacío, en la presencia de una placa fotosensible rudimentaria, Wilhelm Röntgen notó un misterioso resplandor verde. Después observó las propiedades penetrantes de los "rayos X", un tipo de radiación previamente desconocido. El 22 de diciembre de 1895 le pidió a su esposa Bertha que colocase la mano sobre una placa fotográfica y esperara mientras manipulaba el aparato. Una vez revelada la placa, se identificaba el esqueleto de la mano y el anillo de casada de su mujer. Aquella primera radiografía fue su regalo de Navidad a Bertha. Con aquel gesto estaba, a la vez, haciendo un extraordinario regalo a toda la humanidad (para leer más: Francisco Galvéz Galán, en La mano de Bertha, 1995). En enero de 1896, Röntgen publicó sus hallazgos en la revista de la Sociedad Física y Médica de Würzwurgo, en un artículo que le hizo celebre en todo el mundo: Sobre una nueva clase de rayos. Se trataba, en efecto, de los hoy en día más que famosos, rayos X (también denominados rayos Röntgen).

Un mes después de la publicación del descubrimiento, el 30 de enero de 1896, la revista cultural española, La ilustración española y americana, se hacía eco de la nueva radiación. En el artículo La luz X del Dr. Röntgen, firmado por Ricardo Becerro de Bengoa (1845-1902), catedrático de Física y Química del Instituto San Isidro de Madrid, académico y político se podía leer estos párrafos: ""Vivir para ver", dice el viejo refrán castellano. Repitámoslo hoy, en que interesa tanto a la gente la nueva del descubrimiento de una especie de luz que no se ve, pero cuya intensidad de radiación, penetración y actividad es tal, que pasa al través de algunos cuerpos opacos, verdaderamente transparentes para ella, y que acciona como la luz ordinaria sobre las placas fotográficas, después de haberlos atravesado. A los rayos que producen esta luz misteriosa los ha denominado rayos X su descubridor, el catedrático de la Universidad de Wurzburgo Guillermo Conrado Röntgen. El suceso ha maravillado a sabios y a aficionados, la prensa ha difundido la noticia, y las academias científicas se han ocupado con interés de este descubrimiento [?] Pasan, pues, más o menos íntegra y rápidamente, el sonido, el calor y la electricidad al través de los cuerpos; pero hasta ahora, o casi hasta ahora, hasta que hace pocos años no empezaron a demostrarlo Herz y Lenard, hasta que Röntgen lo ha demostrado por completo, nadie se ha atrevido a decir, ni ninguno podía creer, que la luz pasara al través de la masa de los cuerpos, que por esta circunstancia se denominaban y se denominan opacos. [?] Impresionan las placas fotográficas. [?] Estudiando Röntgen la producción de la fluorescencia, observó, al interponer la mano abierta entre el tubo de Geissler y la placa de papel, que al fluorecer o brillar ésta cuando las chispas saltaban, se producían en la placa luces y sombras especiales, que, bien miradas, no eran otra cosa que la reproducción del contorno y detalles de la palma y de los dedos de la mano, con la singularidad extraordinaria de que las partes carnosas aparecían casi transparentes, y los huesos del metacarpo, falanges, falanginas y falangetas obscuros, detallándose además muy obscuro un anillo metálico grueso, puesto en el dedo anular. Este admirable resultado se ha repetido, y fijado después por medio de las placas fotográficas. [?]

[?] ¡Lástima grande quo no pueda aspirarse a estudiar, en vivo, el cerebro! Si, como parece deducirse de las fotografías de Röntgen, Oudin y Voller, los huesos son opacos para los rayos X, seguro es que, siendo de hueso la cubierta del cerebro, no hay que esperar que esos rayos la atraviesen; y, por consiguiente, nada podremos ver ni saber acerca de la vida activa de la masa cerebral, que continuará estando como hasta aquí, para los sabios y para los ignorantes, a obscuras, y siendo siempre la verdadera X de las pretensiones humanas! [?]En el cerebro, por desgracia para las aplicaciones de este famoso descubrimiento, ocurre todo lo contrario de lo de la caja de pino que encierra la brújula, y que ha sido fotografiada: lo opaco está fuera y lo transparente dentro. Parece que Dios ha puesto en la frente del hombre, para desesperación de los filósofos y de los fisiólogos antes, y de los físicos ahora, esta advertencia: ¡No se permite la entrada!"

En breve tiempo la primera publicación de Röntgen tuvo una gran difusión en la prensa y produjo una enorme revolución en el mundo científico, de forma especial en la física. A principios de 1896 el físico almenan permitió ser entrevistado por H.J.W. Dam, periodista de McClures Magazine. Este fue el relato fiable del propio descubridor:

-¿Quisiera ser tan amable de contarnos la historia sobre su descubrimiento?

-No hay en realidad ninguna historia, respondió Röntgen. -Durante mucho tiempo me interesé en los rayos catódicos, así como Hertz y especialmente Lenard estudiaron el vacío. Yo había seguido sus estudios y los de otros físicos con gran interés y me decidí, en cuanto tuve tiempo, a realizar mis propios experimentos. Encontré el tiempo necesario para dedicarme a ellos a fines de octubre de 1895. No había pasado mucho tiempo desde que había comenzado cuando observé algo nuevo.

-¿Qué día era?

-El 8 de noviembre.

-¿Y cuál fue esa observación?

-Yo trabajaba con un tubo de descarga Hittorf-Crookes que estaba totalmente envuelto en papel negro. El trozo de papel cubierto de platino-cianuro de bario estaba junto a la mesa. Envié corriente a través del tubo y noté una línea negra extraña oblicua sobre el papel.

-¿Qué era?

-El efecto era tal que con las ideas de entonces solo podían explicarse como provenientes del rayo de luz. Pero estaba totalmente descartado que pudiera provenir de la luz del tubo, ya que el papel que lo cubría no permitía dejar pasar luz alguna, ni siquiera de una lámpara de arco eléctrica.

-¿Qué pensó entonces?

-No pensé: investigué.

El físico alemán sería galardonado en 1901 con el primer premio Nobel de Física. El importe del galardón fue donado a la Universidad por el premiado para favorecer la investigación. Con la contribución de Röntgen, por primera vez en la historia, fue posible visualizar el interior del cuerpo sin necesidad de un procedimiento quirúrgico. Poco tiempo después, lamentablemente, se reconocieron los efectos nocivos de la exposición a los rayos X (para saber más: Bo Lindell en Historia de la radiación, la radioactividad y la radioprotección, 2012). Pasados los años, las quejas sobre la insuficiencia de los rayos X en relación con la no visualización de tejidos y órganos no opacos, se solucionaría con los nuevos avances (tomografía computarizada, resonancia magnética, tomografía por emisión de positrones?).

José Enrique Millán Suárez, radiólogo vigués, afincado en Ourense, estudió en su tesis doctoral, Historia de la Radiología en Galicia (Universidad de Santiago, 2001), la implantación y evolución de la radiología en nuestra Comunidad desde el descubrimiento de los rayos X en 1895 hasta 1940. A ella le remitimos para un mayor conocimiento. De su resumen, único texto a nuestro alcance, recogemos alguno de estos datos. En abril de 1897, Ángel Cobián Areal instaló en Pontevedra el primer equipo radiológico de Galicia. En 1901, Francisco Rionegro montó en Ourense el que sería el segundo aparato de rayos X en Galicia. En marzo del mismo año se implantó el primer aparato de rayos X en el Gran Hospital Real de Santiago, a cargo del profesor Miguel Gil Casares. Otros doctores serían pioneros en sus respectivas ciudades. Con la consideración de especialista radiólogo, el primero en nuestra Comunidad fue Manuel Millán y Millán, en Vigo, en 1908. Diversos centros oficiales y privados, así como médicos de otras especialidades fueron incorporando los más variados equipos radiológicos en años sucesivos en diferentes ciudades gallegas. El Hospital Provincial de Ourense lo hizo en 1932. El cirujano Manuel Pol Piñeiro y el ginecólogo Manuel Peña Rey fueron también de los primeros en contar con aparato de rayos X en Ourense. Indalecio Vidal Lombán tenía un aparato portátil, pero no fue el único. Por razones filiales me complace citar al primer pediatra que contó con rayos X en Ourense: Federico Martinón León, en 1946, a quien le revelaba las radiografías su amigo y vecino el fotógrafo Ernesto Schreck. Como curiosidad, la primera radiografía no quiso practicársela a un niño y se la hizo al padre de uno de sus pacientes, el registrador de la propiedad Vicente Muñoz Calero, a la sazón Gobernador Civil de Ourense (1945-1951). El segundo pediatra ourensano que también dispondría de una instalación radiológica fue Alberto Fábrega Santamarina ( Faro de Vigo, 22.11.2017).

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