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Ilustres

Un libro sobre Joyce

Para los joyceanos, que los hay, como asimismo existen experimentados lectores que no soportan Ulises, se publicó en la editorial Es Pop Ediciones, en noviembre del año 2016, un ensayo esclarecedor titulado El libro más peligroso (James Joyce y la batalla por Ulises), cuyo autor es Kevin Birmingham que a lo largo de las 496 páginas revela las contrariedades (las estúpidas contrariedades) que padeció la novela de James Joyce desde que fue terminada hasta su publicación, aunque conviene recordar que la versión que tenemos no se puede catalogar de definitiva sino de una aproximación más o menos fiable, no sólo porque se hayan extraviado fragmentos sino asimismo porque los editores que recibieron algunos capítulos censuraron motu proprio parágrafos que consideraban escandalosos e igualmente porque el puntilloso Joyce tachaba, corregía y rehacía constantemente la work in progress que tenía entre manos.

Sólo un culto y agudo abogado consiguió (abriendo una puerta para las publicaciones futuras) que el libro de Joyce no fuese catalogado de inmoral y obsceno y para ese triunfo apeló más a su propia sensibilidad de lector que a su sólida formación profesional, desmontando las teorías que hacían hincapié en la presunta obscenidad de la novela más que en sus inagotables valores literarios. Cuando la moralidad se mete de por medio para juzgar una obra de arte, nace la hoja de parra tapando el sexo masculino (léase la pija), la mano abierta hurtándonos el femenino (léase el coño) y los cabellos de la mujer descendiendo por los hombros para ocultar los senos (léase las tetas).

La escrupulosa moral burguesa y determinadas doctrinas religiosas infligieron un daño lamentable a la literatura, al cine, al teatro (y a la ciencia) desde Villon, por poner un ejemplo, hasta nuestros días aunque hoy de forma más solapada en algunos casos. Quien lea actualmente Ulises, casi un siglo más tarde, no hallará en él motivo de escándalo salvo si es endemoniadamente quisquilloso y ñoño y su escrupulosa conciencia descubra con horror que Gerty sabe que Bloom la observa en la playa y con picardía (una palabra del siglo pasado, por cierto) le enseña los muslos o una elíptica masturbación aludida mediante la imagen de unos fuegos artificiales, que no está nada mal.

Birmingham, al hilo de los problemas que tuvo Ulises para no ser considerado inmoral, traza una breve biografía de carácter literario de Joyce desde que escribe Stephen el Héroe, embrión del Retrato del artista adolescente, hasta que se embarca en esa descomunal (y acaso ilegible) Finnegans Wake, y en algunos puntos contradice la canónica y exhaustiva biografía de Ellman y en otros nos presenta a un James Joyce que traiciona a la generosa Sylvia Beach que lo alentó (y lo alojó en Shakespeare and Company) en su titánica tarea y con frecuencia se muestra despectivo con algunas personas que lo apoyaron, pero eso sería incurrir en la ética personal, que reproché anteriormente, al juzgar el impresionante trabajo del irlandés.

Escribí al principio de este artículo "Para los joyceanos" porque en asuntos literarios como en cualquier otro aspecto que nos concierna, cada cual tiene sus preferencias: baste recordar que el genial Nabokov, escritor, entomólogo y profesor de literatura en universidades estadounidenses, jamás sintió afecto alguno por el Quijote y despreciaba abiertamente las obras de Dostoyevski: nadie está exento de equivocarse y quien esto escribe, el primero.

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