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Ciudad del futuro

El arquitecto inglés Cedric Price queriendo resumir metafóricamente el desarrollo de las ciudades, explicó que las más antiguas eran como un huevo cocido, compacto y rodeado de murallas. Con el tiempo se transformaron en huevos fritos, con un núcleo compacto pero rodeados por conjuntos residenciales, industrias y actividades comerciales, pero con una expansión desordenada, para llegar a estos tiempos en los que las ciudades modernas son como huevos revueltos, existiendo una gran complejidad en su desarrollo y que exige incorporar la implicación multidisciplinar ya no para garantizar su supervivencia sino para consensuar quién se debe ocupar de su desarrollo y que necesidades deben ser resueltas.

Nuestras ciudades están sujetas a un desarrollo físico determinado por normativas que se ven muy imperfectas, inflexibles, a veces exentas de seguridad jurídica, que responden básicamente a intereses de tipo patrimonial, entendiendo la ciudad como un conjunto de espacios de aprovechamiento económico para sus propietarios, sin que la visión estratégica y la capacidad para facilitar la convivencia pueda servir para sus ciudadanos en sus actividades vitales como trabajar, estudiar, descansar, en definitiva disfrutar de la vida.

No ha habido consenso en el diseño, en la planificación, en la aplicación tecnológica, en la configuración del transporte ni en la creación de los espacios económicos, pese al gasto realizado por las administraciones locales. La cuestión es cómo abordar el futuro de las ciudades, dado que existen quienes creen que es fundamental para el desarrollo urbano, la colaboración privada con los poderes públicos, donde esta parte no sea liderada solo por los intereses económicos de reparto de las potencialidades de lucro inmobiliario futuro, sino por la concatenación de intereses existenciales donde la convivencia social y económica de sus habitantes prevalezcan.

La aplicación de los nuevos instrumentos de transformación como la transformación digital, la sostenibilidad, la movilidad, la energía y el fortalecimiento económico urge un debate democrático de todos los agentes que configuran la estructura socioeconómica de la ciudad para que sus criterios de orientación futura, negando el principio tecnocrático como determinante de los planes, puedan ser determinados por las personas que al fin y al cabo somos la esencia de la ciudad.

*Economista

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