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Ceferino de Blas.

Profesional y alcalde atípico

Durante muchos años los profesionales no se anunciaron en los periódicos, porque los colegios respectivos tenían normas deontológicas que lo prohibían.

El tiempo ha arrumbado aquel criterio corporativista, no porque anunciarse fuera menos deontológico que no hacerlo, sino porque vivimos en democracia.

Publicitarse permite alcanzar la notoriedad que, en otros casos, otorga la tradición o herencia.

El hijo que recibe la clientela paterna, parte con una ventaja que no puede compensar el colega que no llega a la profesión en esas condiciones.

Por eso, darse a conocer en los periódicos es un modo de equilibrar el estatus que otros heredan.

Mientras subsistió el sistema canovista de partidos, los profesionales liberales, como se les denominaba, siempre se anunciaron.

La publicidad es el mejor baremo para medir el nivel de la economía. Eso explica que en 1920, en pleno crecimiento de Vigo, fuesen numerosos los profesionales que utilizaban estas páginas. Predominaban los médicos de distintas especialidades, y los abogados.

Uno de ellos es el alcalde elegido ese año: el jurista Ceferino Maestú Novoa. Presidió el pleno del 9 de julio de 1920, en el que se puso nombre a la calle Martín Codax, de actualidad por la recalada en Vigo del pergamino Vindel.

Pese a ser un desconocido, su entrada en el callejero familiarizará a los vigueses con el poeta que primero cita el nombre de Vigo en sus trovas.

Ceferino Maestú no abandona el despacho de abogado, pero reduce la dedicación. Atiende de cuatro a seis de la tarde, cuando antes de acceder al cargo recibía de mañana y tarde, en el número 1 de la calle del Príncipe.

Llega a la alcaldía, tras las elecciones municipales del 9 de febrero de 1920 -había sido regidor en funciones dos años antes-, en las que compitió, por el quinto distrito, con otro personaje de la época, el sindicalista Heraclio Botana. Maestú se presentó por el partido liberal (urzaista) y obtuvo 281 votos, mientras Botana por el socialista, 222.

También fue elegido concejal del partido liberal, por el primer distrito, el periodista Avelino Rodríguez Elías, quien propuso llamar Martín Codax a una calle viguesa.

A un siglo de distancia de los acontecimientos todo parece meridiano, pero entonces llevar al callejero a un poeta desconocido generó animosidad. Pero alcalde y concejal aguantaron el tirón y acertaron con la historia.

Entre las actuaciones de Maestú destaca la defensa de los empleados del comercio que algunos empresarios obligaban a trabajar más de las ocho horas diarias reglamentarias. Publicó un decreto para advertir que sancionaría e incluso haría públicos los nombres de los infractores.

Su final en la alcaldía se produce, en noviembre de 1921, de forma abrupta, al declararle el gobernador civil incompatible, por haber opositado y obtenido plaza de inspector de Emigración. Y después de realizar un viaje de inspección a América.

Repuesto en el cargo por el Ministerio de Gobernación, presenta su renuncia como concejal meses más tarde, tras "haberse avecindado en otra población". Era Algeciras, donde ejerce la inspección (en el Campo de Gibraltar), hasta 1928. Regresaba a Vigo a pasar temporadas siempre que tenía oportunidad.

Cuentan que fue el primero que ondeó la bandera republicana desde el balcón del Ayuntamiento de San Roque (Cádiz), tras las elecciones de abril de 1931. En 1936 es nombrado gobernador civil de Huelva, pero renunció al mes, alegando compromisos profesionales.

No tuvo tiempo. En San Roque, donde residía, le atrapó el golpe de Estado, y será fusilado al entrar las tropas rebeldes por su compromiso con la República.

Así era Ceferino Maestú, miembro de una familia relevante de Vigo -su padre presidió la Cámara de Comercio durante años, y tiene el panteón a la entrada de Pereiró-, uno de esos personajes semiolvidados en la historia de la ciudad, que merece un recuerdo.

Fue un alcalde atípico, y un profesional que prestigió a la abogacía viguesa. Se anunciaba en este periódico, donde era tratado como amigo.

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