El 31 del pasado mes de octubre, hizo 500 años que Martín Lutero publicó sus 95 tesis.

Martín Lutero era un agustino alemán cuya máxima preocupación era si se salvaría o se condenaría. Coincidió con una época en que el catolicismo sufría una de las mayores crisis de la historia, con corrupción y vidas con demasiados compromisos temporales.

Martín Lutero al igual que otros muchos, veía que era necesario hacer una reforma dentro de la Iglesia e hizo su proclama separándose de la iglesia católica apostólica y romana.

Desde el principio del cristianismo no faltaron herejías, la más famosa fue el arrianismo impulsado por Arrío que negaba que María fuese madre de Dios. El concilio de Éfeso afirmó que María era hija del Padre, Madre de Dios y esposa del Espíritu Santo.

Unos siglos antes de Lutero apareció la religión ortodoxa casi igual a la iglesia de Roma pero diferente en un matiz en el modo de la procedencia del Hijo de Dios respecto del Padre y la no obediencia al papa de Roma. A Martín Lutero le obsesionaba el tema de la salvación y llegó a la conclusión de que el hombre era incapaz de conseguir la salvación, que lo único que lo salvaría era la Fe.

La Fe era lo único que justificaba para salvarse. Esto es un gran error, pues como dice el Apóstol la Fe sin obras es una fe muerta. La Fe es un don de Dios ¿cómo vamos a tener premio sin cooperar con obras?

El protestantismo tuvo una gran expansión en Alemania por motivos políticos: los príncipes alemanes aprovecharon la religión de Lutero para luchar contra Carlos I y V de Alemania, él representaba el poder temporal y el apoyo incondicional a la Iglesia de Roma. En esa época había tenido lugar el descubrimiento de la imprenta en Alemania que ayudó a la amplia difusión de sus escritos.

Pocos años antes, Enrique VIII de Inglaterra, casado con Catalina, hija de los Reyes Católicos, se separó de Roma para poder casarse con Ana Bolena, a la que más tarde decapitó. Cuya hija fue Isabel I, de triste recuerdo para España por la derrota de la Armada Invencible que salió de A Coruña.

El protestantismo fue una religión puritana y rígida que premió siempre el éxito y culminó en el Calvinismo suizo.

Hay tres religiones monoteístas con un solo Dios. El judaísmo, con sus diez mandamientos de la ley de Dios, con un amor al prójimo limitado, pues la ley de Talión diente por diente y ojo por ojo era sin duda un avance pues en el mundo pagano cuando alguien te dañaba se le respondía con la destrucción total. La religión musulmana, con su Dios Alá y su profeta Mahoma, fue un avance para aquellas tribus bárbaras: por la ciencia, cultura, pensamiento y piedad que aportó. Recuerdo hace años llegar de madrugada al aeropuerto de El Cairo y ver a toda la gente hacer su oración en dirección a la Meca.

El cristianismo es sin duda la joya de la corona, supera al judaísmo con las bienaventuranzas: bienaventurados los pobres de espíritu, los humildes, los limpios de corazón.

El catolicismo es el más humano del cristianismo, nos habla de un padre Dios que recibe al hijo pródigo, que nos habla de la confesión para la reconciliación con nuestro padre Dios, Hijo y Espíritu Santo.

La creencia de la presencia real de Cristo en el sagrario pesa en la decisión que muchos protestantes y anglicanos han tomado para convertirse al catolicismo.

El acercamiento del papa Francisco a los hermanos separados hará que veamos que está más cerca el que haya un solo pastor para todos los cristianos.

*Miembro del Club 55