A la intervención de unos abogados muy relumbrones se sumó también la participación en el juicio con carácter excepcional de Cándido Conde Pumpido, entonces un reputado fiscal del Tribunal Supremo. Allí saltó desde su destino anterior como jefe de la fiscalía de la Audiencia de Pontevedra. Tan inhabitual resultó su presencia que él mismo ofreció una explicación pública al realizar su informe final.

"En este tiempo pragmático -dijo- ha sido una razón pragmática la causa del encargo recibido de mis superiores para intervenir en este juicio, puesto que yo seguí las actuaciones sumariales desde el primer momento. Por ese motivo estoy en Pontevedra, donde he pasado buena parte de mi vida profesional como fiscal jefe".

Conde Pumpido cumplió satisfactoriamente su delicada función y defendió con éxito la existencia de pruebas suficientes para incriminar a los tres procesados. No obstante, reconoció que Isidro Suárez se había llevabo a la tumba el destino del dinero obtenido con el monumental fraude aceitero.