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tRIBUNA LIBRE

"Es un santo, porque supo perdonar"

Carta dedicada al cura de Santa Rita, Antonio Rodríguez, por la agresión que recibió y el perdón a sus víctimas

Va a hacer un año dentro de unos días. Era el mes de octubre pasado. Supongo que las cosas sucedieron rápido, en pocos instantes, con apariencia de normalidad al principio, pues entre que venían a reconciliarse o cambiar dinero, todo parecía lo de siempre, o casi siempre. Y se toparon con un sacerdote, que franco como siempre y sin temor a sentirse en peligro, que apenas les pudo ofrecer resistencia.

Ese mismo día, después del primer susto, y atónito por la agresividad que demostraron sus malhechores, rezó por ellos con ocasión de celebrar la Eucaristía.

Ya sabemos que al día siguiente, don Antonio -el párroco de San José Obrero y Santa Rita- llegó con una salud tremendamente delicada, que le llevó a estar en estado de shock muchos días, en estado comatoso. Muchos ya se esperaban lo peor. Cuándo despierte, cuáles serán las secuelas? si es que se despierta.

Al final, cortando días a la recuperación, lo volvemos a tener entre nosotros, fuera del hospital, aunque con muchísimas carencias. Solo el 5% de su capacidad se pone en juego, el resto está perdido hoy por hoy. Salvo milagro, aunque está consciente y nos responde, hemos perdido la batalla de su ministerio sacramental, aunque su oración intercesora nadie se la quita, ni el ofrecimiento oblativo de sus limitaciones. Para un cristiano, para un sacerdote, todo es ocasión de entrega.

Gracias don Antonio por seguir luchando en hacer el bien, y hacer bien. Unas palabras de su hermana, dan en el quid de la cuestión, que al final es la más importante: "Mi hermano es un santo, que ya les ha perdonado". No es la primera vez que sale el perdón de las palabras, o de las obras, de un cristiano, de un sacerdote. Pero, humanamente sigue siendo duro que el agredido busque al agresor, para ofrecerle el perdón sin un gesto de humillación ni de soberbia. "Donde haya odio, que yo ponga el amor...", ya decía el místico castellano, san Juan de la Cruz.

Cada vez escasean estos gestos, y el intento de frenar cualquier mal con la fuerza es uno de tantos intentos absurdos, que no conducen a nada, porque ni satisface al primer agredido, ni tampoco edifica al agresor.

De los primeros cristianos, decían los paganos: "Fijaos cómo se aman". Estaban cumpliendo el mandato de Cristo; y aquello era el gancho apostólico más eficaz. Pero, ahora quizás, donde la violencia está a la orden del día, entre la locura y el revanchismo, habría que cambiar, matizando aquella expresión: "Fijaos cómo perdonan".

Esta es la escuela. Aprovecho para darle gracias a Dios, y a tanta gente que, al estilo que estamos comentando, han sabido perdonar con totalidad desde el primer instante del acontecimiento.

Ah, y eso sí. También será bueno decirles a los agresores, que tienen una vida por delante para reparar, y que no sería malo que empezaran cuanto antes, que empezáramos cuantos antes, pues hay mucho que hacer.

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