Era inevitable y a nadie pilló por sorpresa. Las redes sociales han venido a veces para ensañarse. Ya afilaron sus espadas de Damocles virtuales para favorecer el ascenso de Donald Trump y beneficiar a los defensores del Brexit. ¿Cómo iban a pasar por algo una perita en dulce como los amargos sucesos de Cataluña? La posverdad se mueve como tiburón en el agua en escenarios convulsos. El huracán de imágenes que cruzó el planeta se llenó de momentos reales que ponían los pelos de punta, pero también se colaron otros falsos. A nadie se le escapa que hay actores internacionales a los que les interesa el caos ajeno como arma arrojadiza de la propaganda. Un dato elocuente: el sistema de medición de la Alianza para Asegurar la Democracia, creado para controlar infinidad de cuentas de Twitter vinculadas a las maniobras rusas de desinformación y desestabilización de las democracias occidentales, deja claro que hubo un sinfín de perfiles (reales o de "bots", programas que imitan el comportamiento humano) que ayudaron a convertir el polvorín catalán en un asunto del que se escribe en todo el mundo. Con un trasfondo que trasciende la política doméstica española: lo que está en juego es el futuro de la Unión Europea, o, lo que es lo mismo, un modelo de democracia occidental cuyo deterioro, es obvio decirlo, interesa mucho en ciertos despachos. Sobre todo, concluyen muchos analistas, de Moscú.

De pronto, en Twitter empezó a hervir ánimos un vídeo que mostraba a varios antidisturbios dando porrazos a un crío mientras testigos del momento afeaban el ataque. Aluvión de retuits, indignación masiva, grandes protestas. Y la escena existió, pero no el domingo sino en la huelga general del 14 de noviembre de 2012. Y las porras eran empuñadas por Mossos d'Esquadra en Tarragona. La ironía más cruel. La sangre del menor, que corrió hace cinco años, volvió a estar de actualidad desde el engaño. No fue el único caso: otra imagen de un hombre con la cabeza ensangrentada mientras era atendido fue, en realidad, tomada por el fotógrafo asturiano Javier Bauluz el 12 de julio de 2017 en Madrid durante una carga policial en una marcha minera. Josep Maria Mainat, miembro del grupo musical "La Trinca", tuvo la mal humorada de subir a su muy visitada cuenta de Twitter una imagen manipulada en la que guardias civiles y ciudadanos forcejeaban. La pugna era cierta, no así la bandera independentista añadida por medios digitales. "Foto de Pulitzer", escribió Mainat. Tampoco ocurrió el domingo un dramático vídeo de un enfrentamiento entre bomberos y policías: bomberos eran, pero contra Mossos. Y en 2013. No solo hubo imágenes falsas: muchos medios publicaron que Angela Merkel había llamado a Rajoy alarmada por las noticias. Gran eco en las redes pero esa llamada nunca existió.