Por algo no hablan los politólogos de inspiración al recitar el decálogo de la especie humana que toma decisiones por los demás. Lo del transporte compartido es de traca porque en menudo lío ha metido al sector la conselleira Ethel Vázquez que parece que nunca se subió a un autobús escolar.
Basta con hablar con los chóferes de las líneas escolares para saber que ni con los monitores que les acompañan hay quien aguante la algarabía de la sangre que hierve a determinadas edades. No es fácil imaginar al paisano de edad avanzada y dolencias crónicas con el mejor humor para soportar a decenas de chiquillos que bromean con enorme alborozo mientras ellos acuden a su cita médica o acompañan a su pareja anciana al tratamiento del Sintrom.
Y por qué no comprender que habrá padres que queden tremendamente preocupados en casa o en el trabajo al desconocer quién se subirá al autobús con sus hijos, aunque les exijan la cartilla de antecedentes penales. Está claro que el proyecto está abocado al fracaso y que eso de las líneas escolares compartidas es un absurdo que va a durar menos que las líneas nocturnas de la movida.Pero hay que desviar la atención de los problemas reales y de vez en cuando buscar polémicas baladíes.
No parece muy lógico que dos Consellerías como Educación e Infraestructuras hayan perdido tanto tiempo en un plan de transporte de Galicia abocado al desastre porque se vuelve a los orígenes de los tiempos, es decir cuando ni se hablaba del transporte escolar. Y no hace tanto tiempo de eso.
Pero se le llamaba de otro modo. Era la línea normal a la que se subían los estudiantes para acudir a clase a Pontevedra o a Santiago ¿Se acuerdan?
Vamos, que para este viaje no hacían falta tantas alforjas porque Xunta, está visto, lo único que quiere es recuperar el sistema de siempre, el tradicional, el de toda la vida. Aquel que hace cien años se utilizaba para ir a las ferias. Pero en esta ocasión serán los ancianos y los enfermos quienes tengan que viajar de pie porque el bus es escolar. Solo falta que también haya que buscar hueco en los portaequipajes para las mochilas o que se suba el ganado como en el siglo XIX.
