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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los ricos

Una de las características más comunes -aunque algunos insisten en considerarlas extrañas, quizá por despiste- de los tiempos de crisis económica es que los ricos suelen hacerse bastante más ricos y los pobres mucho más pobres. Alguna excepción hubo, sobre todo en el crack del 29, pero afectó más a los especuladores que a los auténticos millonarios "de toda la vida", y lo demuestra que el índice de suicidios, sobre todo tirándose por las ventanas, se refirió mucho más a los primeros que a los segundos. Y es un "detalle" significativo.

La historia, que se repite, viene a cuento de la noticia publicada en este periódico según la cual las grandes fortunas gallegas acumularon -por expresarlo de algún modo- dos mil millones de euros más en los doce meses últimos que en los años anteriores. Y aunque sea verdad que el concepto de "rico" haya variado bastante -desde "Forbes" y su famosa lista- entre el siglo pasado y este, aquí se emplea en el sentido que mejor entiende la mayoría, y desde luego la gente del común. Y que confirma el antiguo dicho, pero que deja más dudas que antes.

En todo caso, y se explique como se quiera la historieta, lo más probable es que alimente el argumentario de los que llevan insistiendo desde hace algún tiempo en que una de las medidas imprescindibles para procurar la igualdad social es aumentar la carga fiscal de los "ricos". Olvidan, claro, que en lugares como España la presión impositiva es, en términos proporcionales y aplicados a la renta del trabajo, bastante más cruel que otras de esa fama pero que a la hora de la verdad casi parecen ursulinas, como la de los mismísimos Estados Unidos. Pero esa es otra historia.

El asunto es medible, pero a pesar de todo muchos lo han convertido en opinable, como opinable consideran que aquí el rico ya paga mucho más que el pobre y su nivel de riqueza les priva de beneficios para los que contribuye pero que le son denegados precisamente por sus ingresos. Ocurre, claro, que los igualitaristas apelan a la solidaridad para que aumente la carga fiscal que les corresponde, lo que -exceptuando a los que hacen trampa, claro- puede ser considerado como un agravio si se compara con otros regímenes que sólo aparentan mayor dureza.

Cuanto queda escrito es naturalmente una opinión. Y además originada en quien tiene tanto de rico como Alí Babá antes de encontrar la cueva de los cuarenta ladrones. Pero a la vista de la noticia publicada, hay motivo para una meditación sosegada acerca de la realidad gallega, donde se persigue hasta el catre a supuestos defraudadores y a todos aquellos que tienen unos ingresos fácilmente inspeccionables, pero aun así -que no sirve para resolver el déficit- hay un puñadito de gente que no sólo no padece, sino que aumenta su buchaca en miles de millones.

¡Qué suerte!, ¿ no??

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