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Joaquín Rábago.

Un cura ultra

Confieso que desde hace tiempo no piso las iglesias más que para admirar cuando viajo los tesoros artísticos que encierran, fruto de épocas más ingenuas y de mayor espiritualidad, pero también explotación que la nuestra.

Así me evito seguramente el disgusto de tener que escuchar en silencio sermones como el de ese cura de la diócesis madrileña que hizo a la alcaldesa de Barcelona corresponsable del atentado terrorista ocurrido días antes en esa ciudad.

En su misa dominical, el cura, de cuyo nombre no quiero acordarme, acusó a Ada Colau y de paso también a la alcaldesa de Madrid, de no proteger a los ciudadanos al no haber instalado ya bolardos en las aceras de los lugares más concurridos, como las Ramblas.

Ambas alcaldesas son "comunistas radicales" que se niegan a "recortar la libertad de los asesinos", según ese sacerdote al que desconocíamos pero de quien ni siquiera sorprende que haya ejercido de presentador de TVE y de ex jefe de religión del periódico monárquico.

Nos hemos enterado solo gracias a la prensa y a la grabación que alguien hizo del sermón, de las graves acusaciones de ese cura que no parece haber superado el espíritu franquista.

Ignoro lo que se predica estos días en tantas misas dominicales, pero dudo de que se hable mucho en ellas del desigual reparto de la riqueza, de la codicia de muchos, de las "guerras humanitarias" o de la destrucción del planeta.

Todo eso, y no lo que ha hecho ese cura, sería confundir la religión con la "sucia política".

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