En el segundo episodio de la serie documental "Pop. Una Historia de música y televisión" (#0), Loquillo sentenció, con su eterna media sonrisa, que Lolo Rico, la mujer que creó el programa "La bola de cristal", hizo más por la educación de los niños en España que todo el tiempo que esos niños pasaron en el cole o en el instituto. ¿Exagerado? ¿Los niños y niñas de los años 80 del pasado siglo deben tanto a la Bruja Avería? ¿Tienen alguna deuda de gratitud aquellos jóvenes con Alaska, Pedro Reyes, Pablo Carbonell, Santiago Auserón, Javier Gurruchaga, el propio Loquillo o Kiko Veneno disfrazado de monstruo de Frankenstein? En definitiva, ¿Loquillo tiene razón y "La bola de cristal" fue más importante para los niños y jóvenes de los 80 que las clases de Matemáticas y Sociales en el cole y en el instituto? Digámoslo de otra forma. El cole y el instituto fueron tan importantes para la educación de los niños y jóvenes de los 80 como "La bola de cristal" de Lolo Rico.

¿Por qué no hay un programa como "La bola de cristal" en la televisión pública? ¿Pueden existir otros universos televisivos, más allá de este universo de mujeres y hombres y viceversa? Como dice el cosmólogo Lawrence M. Krauss, hablar de muchos universos distintos puede sonar a oxímoron porque la noción tradicional de universo se ha considerado sinónima de "todo lo que existe", pero al menos desde el punto de vista matemático es posible la existencia de otros universos, regiones que siempre han estado y estarán causalmente desconectadas del nuestro. La existencia de "La bola de cristal", un programa causalmente desconectado y separado por un océano de espacio de nuestro universo, es prueba de ello. Sin embargo, hay que ser optimistas. Nuestro universo televisivo es tan grande que algo que no resulte imposible puede ocurrir más pronto o más tarde en su interior. No es imposible que un programa como "La bola de cristal" ocurra en TVE, como tampoco es imposible que la educación pública sea tan importante para los niños y jóvenes de hoy como lo fueron los electroduendes para los chavales de los 80. Hay otros mundos, y pueden estar aquí.