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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los "errores"

Lo más probable, vista la costumbre de algunos políticos, es que el "error" según el cual un mensaje que parecía de la gestora del PSOE gallego y que suponía un presunto apoyo a uno de los precandidatos acabará por endosarse a cualquiera que pasara por el lugar de procedencia. Y sus efectos, minimizados o exagerados en función de "intereses mediáticos", que es la monserga habitual en el oficio partidario. Pero el episodio, que narraba este periódico, está muy lejos de la insignificancia o de la manipulación: primero, porque lo firma un periodista de primera y, segundo, porque nadie niega su veracidad.

Todo lo demás es opinable. Desde la hipótesis de "un error", sin más, hasta una maniobra de carácter interno aprovechando que la denominada "gestora", que nunca hizo alguna cosa por sí sola, siga en su papel de celestinazgo según las órdenes que reciba de quien se las da. En cualquier caso, su trayectoria en año y medio desde que la imputación del entonces secretario xeral Besteiro le obligó a dimitir no ha podido ser más dañina para su propio grupo. Intensificó las grietas del PSOE de aquí, visualizó su rol de correveydile de Pedro Sánchez y, al menos hasta que aparezca otra, diluyó la idea de recobrar un auténtico PSdeG.

En cuanto a las reacciones de los dos precandidatos supuestamente perjudicados por el nuevo "error", tienen ambas -en opinión personal de quien la escribe- mucho de hipocresía y bastante de cinismo. En el caso del señor Leiceaga, porque parece olvidar que su precandidatura a la Xunta, aunque luego ratificada por una mayoría notable de las bases, fue teledirigida desde Ferraz con la inestimable ayuda de Besteiro y Cancela. Y por lo que se refiere a Gonzalo Caballero, dejó claro desde el primer día -y en unas declaraciones a este periódico- que él era "de Pedro Sánchez" y nada más, aunque al cabo, como inteligente que es, dejó algún resquicio de reacomodo por si las moscas.

C´est la politique, decían algunos de sus profesionales franceses para tratar de explicar algunas "cosas" que, curiosamente, también se calificaron de "errores" cuando no dieron el resultado que buscaban sus autores. Y puede que haya mucho de verdad en ello, en que el oficio resulte a veces una serie de ejercicios más propios de un burdel que de otros ambientes, pero eso -la abundancia de maniobras oscuras- no les proporciona certificados de dignidad ni siquiera un visado para perseguidos por sus ideas. Y es cierto que no todos son iguales -y los precandidatos socialistas, menos-, pero se parecen bastante.

Mientras, lo que verdad importa sigue sin conocerse ni por las bases, ni por simpatizantes ni por los votantes. Por ejemplo, hasta dónde llegará en el socialismo gallego el acercamiento de la dirección federal a las posiciones podemitas y qué esquema de "nación de naciones" propondrá el futuro secretario xeral. Si será un Estado de dieciete o de tres, cuatro o cinco, y que pasará con los que no alcancen "nacionalidad": si se quedarán en comunidades autónomas o pasarán a ser cantones o alguna otra cosa. Y como parece idea de Sánchez, cuánto durará y cuál será su fiabilidad: no son incógnitas leves, precisamente.

¿Eh...?

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