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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El botín

Está visto que en esto del oficio político se cumple bastante mejor que en otros lo que dice el refrán gallego de que "o falar non ten cancelas". Y, probablemente, también otro referido a la velocidad : que "se atrapa antes a un mentiroso que a un caracol". Aplicando ambos a cargos -lo de personajes les queda grande- públicos del momento, los dichos le vienen como anillo al dedo a Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Una pareja que predica a todas horas pero no aporta un un solo grano de trigo.

Y no se trata de descalificar sin más. Ambos, con reiteración, afirmaron que "nunca" incorporarían a sus partidos a gobiernos presididos por alguien del otro, pero ya se sabe que en política lo blanco pasa a negro en función del precio que se pague o del botín que se espere obtener. Y en este caso los dos parecen rentables: tanto que presionaron en Castilla La Mancha, dejaron con el culo al aite a García Page -que había jurado la imcompatibilidad con el populismo- e hicieron un gabinete conjunto. A partir de ahí, a reírse y repartir.

Así pues, Pedro, como Pablo -y viceversa-, que tanto insisten en la lucha contra toda forma de corripción, no dudan en practicar por un precio una de las peores modalidades: faltar a la palabra dada a sus electores. Y, de paso, incumplen uno de sus salmos preferidos, antes incluso de firmar el acuerdo de Castilla La Mancha. Decidieron que los cargos públicos de ese gobierno de coalición cobrarán los sueldos máximos de por vida. O sea, que no les hará falta una canonjía como las de siempre al dejar el puesto, porque la incorporan al tomar posesión. Aleluya.

Claro que, tanto el PSOE como Podemos, auxiliados por su legión mediática -mucho más eficiente que la del PP, y no hay más que fijarse en mucho de lo que está pasando y en la percepción que de ello tiene buena parte de la sociedad española- negarán la mayor, tratarán de justificar la menor y en el medio harán ruído descalificando a sus críticos. Pero les va a costar trabajo, porque al hacerlo, las gentes del común, mucho más sabias de lo que se cree, sólo verán sus caraduras.

Aquí, en Galicia, aún será peor. Conviene no olvidar que fue en O Hórreo donde se derogó el privilegio de los directores generales a seguir cobrando como si lo fueran al dejar de serlo. Y eso se hizo con la mayoría del PP en la Cámara y siendo Feijóo presidente de la Xunta. Claro que don Alberto, con todos sus defectos, no es como los sucesores de Leovigildo en Toledo -García Page incluído, claro- el PSOE, Podemos y otros marxistas (de Groucho): de los que cambian sus principios por otros en caso de que les convenga. Quizá por eso don Alberto gane con mayoría absoluta tres legislaturas seguidas. Por ahora.

¿No?

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