En el actual conflicto entre los gobiernos central y catalán, se atribuye al primero una carencia de políticas, con una argumentación puramente jurídica y la judicialización de las diferencias. Creo que no es así. Tal política existe y es precisamente la utilización consciente del derecho y de los tribunales como arma política. Eso sí, esta utilización revela la imposibilidad de un planteamiento puramente político por parte del partido gobernante y de sus aliados debido a su visión inamovible de los que es España.

El empleo del arma jurídica tiene sus ventajas en un primer momento (no a medio o largo plazo). La política es un mundo de realidades que exigen ser reconocidas mientras que el derecho, al permitir la creación de un mundo de ficción y la elusión de las justas denominaciones con la generalización de tabúes lingüísticos, delimita un terreno de juego en el que todas las cartas están marcadas. Si se añade la realidad sociológica y política de los supremos órganos jurisdiccionales, se puede prever una vitoria por goleada sobre el adversario, caso de aceptar éste el campo deslindado y no romper la baraja (recordemos el destino del Plan Ibarreche)

Intentando llevar al "enemigo" a su terreno, se bombardean sus posiciones con proyectiles jurídicoformales, de naturaleza sofística y con carga reductora de la realidad: "Soberanía nacional indivisible que reside en el conjunto del pueblo español" (obviando el ámbito de soberanía de las CC AA), "España la nación más antigua de Europa" (no es cierto), "La unidad de la nación española" y "la igualdad de todos los españoles" que impediría el reconocimiento de otras naciones en el Estado, reducidas a "nacionalidades", una suerte de regiones con "peculiaridades" históricas.

Nacionalidad es la condición de pertenencia de un individuo a un Estado, es un estado civil pero su empleo constitucional (derivado de la redacción del texto fundamental en las circunstancias especiales de salida de la dictadura) es el de un puro tabú que evita la mención de lo que se considera peligroso. Y se riza el rizo (además de incurrir en contracción) cuando desde posiciones muy confusas de otras fuerzas políticas se habla de España como "nación de naciones", lo que implica que España es un conjunto del que forman parte como subconjuntos unas naciones más tiernas y delicadas bajo el amparo de la vieja madre (aparte de que la fórmula omite a las regiones, salvo que se considere a todas como nacionalidades).

Pero si abandonamos el eufemismo y el tabú vemos que en el Estado español, aunque no esten reconocidas en la Constitución, hay varias naciones, entre ellas España, con idéntica legitimidad en su pretensión de igualdad.