Uno de los más constantes reproches que se hacen al sistema judicial, y desde casi todos los ángulos, es el que se refiere a sus muchas veces irritante lentitud. En general, la queja se formula desde quienes son investigados o enjuiciados y, también, desde los que, aun condenados, siguen considerándose inocentes incluso aunque haya sentencia firme en contrario. Fenómeno este, en cierto modo, frecuente entre los que, de acuerdo con el clásico, están convencidos de que es más fácil aplicar la Ley que hacer Justicia.

Probablemente, este sea el caso de don Julio Fernández Gayoso, antiguo presidente de Novacaixagalicia y antes director general de Caixanova o de la Caja de Ahorros de Vigo. Condenado a dos años de prisión por una acusación -que el tribunal consideró probada- de administración desleal cometida en los últimos años, ya superados los 80 de edad, tras una carrera de más de sesenta, no solo fue castigado por la Ley, sino, por decisión de la Audiencia Nacional, obligado a servir de escarmiento y a entrar en prisión en ausencia de antecedentes y pese a la relativa levedad de la pena.

La Sala dijo que la cárcel serviría como factor ejemplarizante dada la naturaleza del delito, pero es lo cierto que otros acusados, en procesos por delitos económicos mucho más graves, ni siquiera fueron objeto de prisión preventiva. E incluso resultaron beneficiados por un status extraño que les mantiene en la calle incluso después de ser condenados, pendientes de recurso. Y no parece necesario citar nombres, aunque sí podría recordarse, como Tenorio, que algunos recorrieron toda la escala social.

Ahora, un juez -de acuerdo con el fiscal- y exigiendo, como no podía ser de otra manera, el cumplimiento de los requisitos legales aprueba el llamado "grado tres", que permite al reo salir de prisión y hace compatibles Ley y Justicia. No alude a que considera "ejecutado" el "ejemplo social" de la pena, aunque sí reconoce que cumple las condiciones para haber obtenido antes su nuevo régimen, que le había sido denegado por la Junta de Tratamiento de A Lama en otra extraña decisión, recurrida por el penado.

Resulta posible que haya quien hoy mismo exponga su desagrado por la decisión del juez, como en su día otros -entre ellos este ciudadano que les escribe- mostraron su disconformidad con el trato de la Audiencia, dentro del obligado acatamiento de la sentencia. Pero, en todo caso, es seguro que muchos más -aparte de estos últimos episodios- recuerdan lo que el señor Gayoso supuso para Vigo, su Universidad, su economía, sus obras sociales y, en definitiva, su aportación al progreso de Galicia.

Por eso se expresa la alegría de comprobar que, además de aplicarse la Ley, se procura hacer Justicia a quien, por toda una vida, la merece. Y ojalá que a los otros ex/directivos se les trate de forma parecida; por justicia siquiera parcial, cumplida la Ley, porque hay quienes, por muy extrañas razones, casi todas no explicadas lo bastante, han salido del embrollo como si no hubieran participado en él. Cousas veredes...

¿No...?