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José Manuel Ponte

inventario de perplejidades

José Manuel Ponte

De Rivaldo a Neymar

En la ciudad donde resido se sigue con especial interés -y también con un perceptible deseo de venganza- la peripecia del posible fichaje de Neymar por el París Saint-Germain, un club de fútbol que es ahora propiedad de un jeque árabe. Según dicen los medios, la entidad francesa está dispuesta a pagar los 220 millones de euros de la cláusula de rescisión del contrato que le une al Barcelona además de ofrecer al astro brasileño unos ingresos de 30 millones netos durante cada uno de los años que dure su vinculación.

Las cifras son mareantes, y muchos pensarán que inmorales, pero esa es la deriva que lleva la apropiación por el capitalismo de un deporte de gran arraigo popular. Una deriva, por otra parte, que nos permite asistir en los medios a pugnas financieras que se libran a dentelladas y de la que casi siempre sale vencedor el que más dinero tiene.

De hecho, el orden de clasificación de los equipos en las grandes ligas europeas suele ir en relación directa con la importancia del presupuesto que cada uno maneja, con muy escasas excepciones. Y el caso que nos ocupa no deja de ser un magnífico ejemplo, uno más, de esa tendencia.

El Barcelona tenía un estupendo equipo plagado de grandes jugadores pero echaba en falta, para maniobrar con más eficacia en el medio del campo, a un jugador rocoso y peleón que lo mismo defendiese con vigor que atacase con sutileza. Y puso sus ojos sobre Marco Verratti, un italiano que destacaba en el PSG. El cortejo empezó como es habitual en esta clase de negocios. Primero, los medios afines filtraron el interés del club por el posible fichaje; luego el jugador manifestó sentirse halagado por el hecho de que un club con esa trayectoria triunfal se hubiese fijado en el; y por último la directiva del Barcelona, con la boca pequeña (y para no saltarse las normas de la FIFA) reconoció que estaría encantada de contar con él si la entidad a la que pertenecía se aviniese a negociar.

La tabarra sobre el fichaje del italiano duró aproximadamente un mes en los medios hasta que al jeque se le hincharon las narices y pasó al contraataque. Verrati dijo estar feliz en el equipo parisino y con pocas ganas de marcharse a otra parte, y poco después saltaba a los medios la noticia de la sensacional oferta por Neymar.

No sabemos que deparará este asunto que en el fondo es más un pulso financiero que una pugna deportiva. En cualquier caso, tanto el Barcelona como el Real Madrid (por cierto, el jeque ya le paró los pies a don Florentino no hace mucho) deberían tomar nota de que su tiempo de predominio económico quizás está a tiempo de acabarse ante la llegada al mercado de gente más poderosa. La lógica del capitalismo es implacable.

Mientras tanto, en la ciudad donde resido se sigue con especial interés el final de este contencioso. Nadie olvida que el 15 de agosto de 1997, último día para hacer efectivos los fichajes, Rivaldo, otro fenómeno brasileño, fue arrebatado al equipo local previo depósito de 4.000 millones de pesetas. Aunque eso no impidió que luego ganase la Liga y la Copa. Nadie es imprescindible.

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