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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los riesgos

En un día tan significativo para Galicia como es el 25 de julio, resulta difícil no compartir las ideas que el presidente Feijóo recopila en su artículo/mensaje publicado ayer mismo en este periódico. Y es que, efectivamente, nadie con sentido común puede negar que la diferencia entre el antiguo Reino y el país que hoy existe es abismal y que, en los conceptos sobre todo, cuanto expone su señoría es cierto. Y también es positiva su valoración acerca de la convivencia democrática de los gobernados.

A partir de esos puntos, conviene recordar que la convivencia no es sólo una cuestión de conceptos. También del ejercicio práctico de las ideas que conforman una sociedad democrática: libertad, igualdad y fraternidad -solidaridad, seguramente, en términos más modernos-, principios patentados por los idealistas en 1789 y pervertidos por todos los que desde entonces creen que el modo de aplicarlos es la liquidación, física o social, de quienes incluso compartiendo el fondo discrepan con la forma.

Es verdad que entre esos extremos cabe el punto medio en que Aristóteles situaba la verdad y sus sucesores llamaron "pragmatismo". Un pragmatismo que permitió, frente a los inmovilistas y a los rupturistas, desarrollar un modelo de convivencia que glosó don Alberto Núñez y que sacó a Galicia de su longa noite de pedra. El presidente de la Xunta acertó en su análisis, aunque quizá porque el día no era propicio, apenas aludió a peligros que resucitan y que amenazan lo conseguido.

No se trata de darse por satisfecho, ni de considerar que la tarea está ya concluida. Sólo de advertir que lo pendiente es aún importante y complejo, que la desigualdad es mayor que hace un lustro y que el bienestar parece más lejano de lo que en un momento se creyó. Y que por eso, y por desaciertos en buscar la solución, crecen los que predican que el único modo de arreglarlo es destruirlo todo para empezar de cero. Un error, por cierto, demasiado frecuente en la historia de este país.

Gallegas y gallegos en general celebraron ayer en libertad, una jornada que es para eso. Con el recuerdo, triste y trágico, de Angrois, que siempre estará en la memoria resulte como resulte la instrucción judicial. Y con voces agrias que exigen "otra cosa": están en su derecho, siempre y cuando no descalifiquen -declarando esta democracia como un régimen "podrido"- a la mayoría porque no les apoye, o respalden a los imitadores de Stalin o de Hitler que encarcelan o asesinan a sus opositores y prostituyen la Ley y los Tribunales. Y hay que decirlo también.

¿ O no??

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