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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El Día

Alguien, probablemente con razón -y, sin duda, en defensa de su legítima visión de la pluralidad- ha dicho que convertir una fiesta en problema no tiene sentido, salvo -acaso- si se hacía en beneficio de terceros. Se refería a la jornada de hoy que, se designe como se quiera, es sin duda El Día: del Apóstol Santiago, de Galicia o da Patria Galega. Y que cada cual, habitantes del antiguo Reino u organizaciones que en él actúan, celebrarán como les venga en gana, y ojalá que todos con civismo. Faltaría más.

A partir de esa idea, es evidente también que las distintas citas festivas tienen un significado político/partidario y por eso su variedad se ha interpretado como "división", si no ideológica, desde luego estratégica. Una visión que la izquierda, donde se produce la circunstancia, achaca a la intención del PP de remarcar su unidad frente a lo que insinúa "batiburrillo" de sus oponentes y así añadir ventajas a su ya muy cómoda posición. Y como ya se advirtiera en el refranero: "de todo hay en la viña del señor".

En todo caso, la izquierda, al menos en opinión personal de quien la escribe, sí tiene algún otro problema, aparte de la variedad y las interpretaciones de sus adversarios. Se trata de que, además de las citas por separado, sus mensajes aparentan aun mayor distancia que la que, para no mezclarse, separa los lugares elegidos para emitirlos. Y esos mensajes presentan ante la sociedad gallega no tanto la pluralidad, y quizá cercanía, de sus programas, cuanto la ausencia de uno conjunto que algún día le permita gobernar.

Es verdad que eso, aunque podría complicarlo, no impide un acuerdo. De hecho, ya se ha dado en municipios y diputaciones gallegas, pero la gobernanza del país entero es algo mucho más complejo, y de facto ya se demostró en las dos ocasiones en que la apertura "a sinistra" produjo reacción electoral en forma de mayoría absoluta para el PP y demostró que solo con gestión no basta. De ahí que no sean pocos los que creen que la "pluralidad" fiestera sea un handicap y, seguramente, un problema añadido.

Quizá lo más procedente sería dedicar la jornada de hoy solo al asueto -en algunos casos, ampliado por el "puente"- y así hay que desear que se haga, y además con alegría. Pero quizá no estorbe que algunos de los dirigentes políticos que en este país abundan -per se o en grado de tentativa- reflexionen acerca de cómo los ve la gente del común y que acaso esta piense que, a pesar de que en política puede pasar de todo y los valores cotizan a la baja, quien no se pone de acuerdo para celebrar lo común, y el 25 de julio lo es, no puedan gobernar bien aunque después se junten.

¿No...?

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